“La geopolítica está haciendo una entrada espectacular en un nuevo ciclo de 'economía de guerra'”

“La geopolítica está haciendo una entrada espectacular en un nuevo ciclo de 'economía de guerra'”
“La
      geopolítica
      está
      haciendo
      una
      entrada
      espectacular
      en
      un
      nuevo
      ciclo
      de
      'economía
      de
      guerra'”
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DDe las tres disrupciones que van a marcar la próxima década (inteligencia artificial, cambio climático y geopolítica), es probablemente el regreso de la tercera la que más nos sorprenderá, tanto por la magnitud como por la inmediatez de su impacto. Durante el ciclo de treinta años de “globalización feliz” que comenzó en 1989, las multinacionales europeas se habían acostumbrado a ignorar la política. Cualquier gobierno que se comportara de manera desviada, como el de Liz Truss en el Reino Unido en octubre de 2022, solo resistió la presión del mercado durante unas semanas. ¡Pero la geopolítica no es política!

Desde dos grandes acontecimientos ocurridos en 2022, la guerra librada por Rusia en Ucrania en febrero y la guerra de 20mi En el Congreso del Partido Comunista Chino, del 16 al 22 de octubre, la geopolítica es invitada con fuerza a un nuevo ciclo de “economía de guerra” donde los cimientos se invierten: la confianza da paso a la desconfianza, la arbitrariedad se burla del Estado de derecho, regresa la inflación estructural, el equilibrio de poder es reemplazado por la relación de dependencia.

Son muchas las nuevas reglas del juego que ponen de relieve la relativa desventaja competitiva de Europa. China opta por el “neomarxismo-leninismo” del capitalismo de Estado, puesto al servicio de la búsqueda exclusiva de la autosuficiencia; Estados Unidos refuerza su hegemonía tecnológica mediante el favoritismo regulatorio de los “siete magníficos” (Alphabet, Amazon, Meta, Apple, Microsoft, Nvidia y Tesla), cuya capitalización bursátil acumulada sigue ahora al producto nacional bruto de la Unión Europea; Bruselas sigue encerrada en una gobernanza obsoleta de 27 derechos de veto, lo que permite a la presidencia rotatoria húngara burlarse de los demás Estados miembros en Moscú y Pekín.

Además, Europa sigue prisionera de decisiones económicas desastrosas, tanto en materia de paneles solares como de vehículos eléctricos, cuya insuficiente imposición de impuestos a las importaciones favorece cínicamente la protección populista del poder adquisitivo del consumidor europeo a expensas de la supervivencia de sus propias industrias. Frente a esta crónica de un declive previsto, las multinacionales europeas sólo encontrarán salvación en una revisión total de su relación con la geopolítica.

Consolidación paneuropea

Por un lado, deben exigir la aplicación de la reforma en profundidad propuesta por el salvador del euro, Mario Draghi, expulsado de los debates durante la reciente campaña europea, y que debería estructurarse en torno a tres ejes. En primer lugar, imponer una gobernanza por mayoría cualificada para dirigir una política industrial contra Pekín, en contraposición a la política de competencia que penaliza a las empresas europeas en esta guerra.

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