Emmanuel Macron nombró el sábado a los 39 miembros del gobierno de derecha de Michel Barnier, fruto de una frágil coalición entre el campo presidencial y Les Républicains, en un intento de poner fin a la crisis política más grave de la V República.mi República.
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La Agrupación Nacional, que podría hacer caer a este nuevo ejecutivo si suma sus votos a los de la izquierda que ya le ha prometido censurarlo, denunció inmediatamente “el regreso del macronismo por la puerta trasera”. “Es un gobierno que no tiene futuro”, reaccionó su presidente, Jordan Bardella.
La llegada al Ministerio del Interior del líder de los senadores republicanos, Bruno Retailleau, con posiciones muy firmes sobre la inmigración, ha cristalizado el descontento de los macronistas y del MoDem, sobre todo porque es uno de los únicos pesos pesados de un ejecutivo compuesto por personalidades bastante desconocidas para el público y que el primer ministro casi no ha logrado ampliar hacia la izquierda.
Otra personalidad con posiciones conservadoras, Laurence Garnier, prevista para encargarse de Familia, fue finalmente nombrada para Asuntos del Consumidor después de dos días de polémica.
Bruno Retailleau es el principal representante del partido del nuevo Primer Ministro, nombrado hace 16 días en Matignon, junto a Annie Genevard, que hereda el sector agrícola en crisis.
Presupuesto adjunto a Matignon
Las otras figuras destacadas, Sébastien Lecornu y Rachida Dati, procedentes de LR pero que ya se han solidarizado con el presidente, son también los dos únicos que permanecen en sus puestos, respectivamente en las Fuerzas Armadas y en Cultura.
Entre los pocos supervivientes se encuentran el moderado Jean-Noël Barrot, ascendido a Asuntos Exteriores, así como las macronistas Catherine Vautrin, que pasa a Territorios, y Agnès Pannier-Runacher a Transición Ecológica y Energía.
En Bercy, un macronista sin experiencia, Antoine Armand, se convierte en ministro de Economía, Finanzas e Industria. Las cuentas públicas vuelven al exdiputado Laurent Saint Martin, pero éste dependerá directamente de Matignon, mientras que la elaboración del presupuesto 2025, que ya lleva un retraso sin precedentes, se considera la prioridad número uno en un contexto de desfase presupuestario y de crecimiento lento.
Entre los nominados, la principal sorpresa es la diputada renacentista Anne Genetet para la Educación, la prioridad de Emmanuel Macron, en la que no se la conoce por ser experta.
Geneviève Darrieussecq del MoDem se convierte en ministra de Salud, otra prioridad del gobierno, y François-Noël Buffet de LR hereda los Territorios de Ultramar, mientras que la crisis en Nueva Caledonia está en un punto muerto y Martinica se enfrenta a un brote de violencia.
El único problema que viene de la izquierda: Didier Migaud se convierte en ministro de Justicia. Pero el ex diputado socialista ha abandonado la política activa desde 2010.
Paridad
Michel Barnier prefirió mantener a distancia a los potenciales candidatos a las presidenciales de 2027, entre ellos el ministro del Interior saliente, Gérald Darmanin, y el líder de los diputados del LR, Laurent Wauquiez.
Foto AFP
El nuevo equipo, en el que el partido Renacimiento macronista ocupa un lugar destacado, está compuesto por 19 ministros titulares, 15 viceministros y cinco secretarios de Estado y se reunirá en torno a Emmanuel Macron el lunes a las 15 horas, hora francesa, para su primer Consejo de Ministros.
Tres meses y medio después de la polémica disolución de la Asamblea Nacional, casi 11 semanas después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas que dejaron al país sin mayoría, y 67 días después de la dimisión del equipo de Gabriel Attal, cuyos ministros siguieron encargados de los asuntos de actualidad, Francia tiene por fin un gobierno en pleno funcionamiento.
Pero la coalición de centroderecha, a la que sus principales accionistas se resisten incluso a llamar “coalición”, está marcada inmediatamente por las tensiones entre Michel Barnier y el “bloque central” del presidente Macron, que gobierna sin oposición desde hace siete años.
Foto AFP
El mal humor persiste en “Macronie”, sobre todo en el ala izquierda, y en el MdDem, que hasta el final ha dejado en el aire dudas sobre su participación. La causa es un equipo considerado demasiado derechista y cuyo programa sigue sin estar claro.
A la espera de su declaración de política general el 1es En octubre, Michel Barnier, de 73 años, conocido por haber negociado la salida del Reino Unido de la Unión Europea durante el Brexit, se limitó a fijar prioridades vagas.
Entre ellas, la mejora del “nivel de vida” y de los servicios públicos, el “control” de la inmigración, el “atractivo económico de Francia”, la reducción de la “deuda ecológica” y el “control de las finanzas públicas”. Queda por ver qué pasa con los impuestos, que no aumentarán para las “clases medias”.
Incluso Horizontes, el partido de Édouard Philippe, que se mostró entusiasmado cuando fue nombrado, no ocultó que se sentía engañado al tener un solo ministro titular, Paul Christophe, en Solidarités.
“Gobierno de perdedores”
Ante estas dudas, Emmanuel Macron instó públicamente el viernes a sus aliados a “ayudar” al primer ministro a formar su gobierno.
Una vez hecho esto, queda la parte más difícil: gobernar juntos, sin mayoría absoluta, y con partidos decididos a mantener su libertad de voto en varias cuestiones clave.
El Nuevo Frente Popular, que ganó las elecciones legislativas pero está lejos de obtener mayoría absoluta, afirmó gobernar y prometió oponerse al gobierno con todas sus fuerzas.
Varios miles de simpatizantes de izquierda se manifestaron el sábado por la tarde en París contra el tándem Macron-Barnier, convocados por asociaciones, organizaciones estudiantiles, ecologistas y feministas.
El líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, llamó el sábado a “deshacernos lo antes posible” de este “gobierno de los perdedores de las legislativas”, que según él no tiene “ni legitimidad ni futuro”, criticando en particular al “inquietante ministro del Interior”.
“La continuación del macronismo… peor”, añadió el líder de los diputados socialistas Boris Vallaud, que lo ve como una “traición al voto francés”.