Una start-up de Buchs (ZH) acudió a RTL TV para presentar un invento revolucionario: el KittyFlap. En otras palabras, una gatera que se suponía debía evitar que los gatos trajeran sus presas a casa. Según sus diseñadores, la trampilla de la gatera tenía que permanecer cerrada si la mascota intentaba volver al interior con un ratón o un pájaro en la boca.
El proyecto, que utilizó sensores e inteligencia artificial, llevaba cuatro años en desarrollo. Para inyectar dinero nuevo al negocio, la empresa abrió pedidos anticipados que se pagarían de inmediato. Unos 500 interesados pasaron por caja y compraron una puerta para gatos por unos 500 francos.
Algunos de ellos recibieron el hardware, pero rápidamente se desilusionaron porque el dispositivo sufría repetidos errores. Otros nunca han visto el color de su pedido. Por lo tanto, KittyFlap terminó en un fracaso y desde octubre se inició un proceso de quiebra. Ya no se puede localizar a nadie en la empresa.
Los pocos poseedores del invento se ven obligados a tirarlo a la basura. Ya no se puede utilizar porque el sistema requiere una conexión a una aplicación que ahora no funciona. Los clientes perjudicados esperan poder recuperar parte de su depósito, aunque las posibilidades de conseguirlo en caso de quiebra son escasas.
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