Desde hace varias décadas circula una teoría fascinante: según la cual los restos de Arsinoe IV, una princesa ptolemaica asesinada por su hermana mayor Cleopatra VII, fueron encontrados en un suntuoso monumento funerario en la antigua ciudad de Éfeso.
Un equipo interdisciplinar de la Universidad de Viena (Austria), en colaboración con expertos de la Academia de Ciencias de Austria, acaba de desmentir el mito desvelando la identidad real del fallecido. Según su trabajo, publicado en Scientific Reports el 10 de enero de 2024, la tumba en realidad contenía el esqueleto de un joven romano que padecía trastornos del desarrollo. Descubrimientos que relanzan la búsqueda de los verdaderos restos de Arsinoe IV.
Misteriosa y prestigiosa tumba en Éfeso
Fundada en el siglo X a.C. BC, la antigua ciudad griega de Éfeso (costa occidental de Anatolia, actual Turquía) no solo albergaba una de las siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa. Camino sagrado hacia el famoso edificio y arteria principal de la ciudad, la rue des Curètes (o Courètes, sacerdotes responsables de la administración del templo) estaba plagada de grandes edificios, cada uno más suntuoso que el otro. En particular, un monumento funerario llamado por los arqueólogos “el Octágono” por su forma.
El estilo de sus motivos sugiere que fue construido en la segunda mitad del siglo I a.C. BC, quizás durante el reinado de Augusto. En 1929, el arqueólogo austriaco Josef Keil descubrió, entre sus ruinas, un sarcófago lleno de agua del que extrajo un cráneo. Pertenece, según los primeros análisis, a una mujer de “alto rango” de unos 20 años. Una primera hipótesis apoyada por el antropólogo austriaco Josef Weninger, que publicó un artículo en 1953 describiéndola como una “aristócrata de la Antigüedad”.
En 1982, las excavaciones revelaron el resto del esqueleto, en un nicho situado en la antecámara de la suntuosa tumba, a veces descrita como un un héroe (monumento erigido en memoria de un héroe). En los años 1990 nació la teoría según la cual estos restos podrían pertenecer a Arsínoe IV (68-41 a.C.), princesa y reina egipcia de la dinastía ptolemaica y hermana menor de la famosa Cleopatra VII.
En una lucha por el trono de Egipto, las dos hermanas se enfrentan. Arsinoe IV se alió con su hermano Ptolomeo XIII, Cleopatra VII con Julio César. Tras la derrota de su campamento durante el asedio de Alejandría (48-47 a. C.), la primera fue llevada prisionera a Roma. Sin embargo, se la perdona y se le permite vivir en el templo de Artemisa en Éfeso. Un exilio de corta duración: Cleopatra, deseando eliminar a un rival potencial, convence a Marco Antonio para que la ejecute, a pesar del carácter sagrado de su refugio.
No Arsinoe IV, sino un joven noble romano.
Estos relatos históricos según los cuales Arsinoe IV fue asesinado en Éfeso en el 41 a.C. BC, así como la arquitectura del octágono, influenciada por modelos egipcios, llevaron a los expertos a creer que podría haber sido enterrada allí. Pero la hipótesis sigue siendo especulativa, debido a la falta de pruebas materiales concluyentes, como análisis de ADN o inscripciones que identifiquen formalmente los restos.
El estudio del Departamento de Antropología Evolutiva de la Universidad de Viena permite finalmente descartar por completo esta teoría de larga data. Ciertamente, los distintos análisis realizados recientemente sobre los restos óseos del octágono permiten fecharlos entre el 205 y el 36 a.C. BC, lo que coincide con la supuesta fecha de la muerte de Arsinoe IV. Las pruebas genéticas, sin embargo, revelaron una sorpresa: el cráneo y el fémur asociados mostraban claramente la presencia de un cromosoma Y; pertenecían a un niño.
Los análisis morfológicos y los datos de la tomografía computarizada (TC) confirmaron que este individuo, de entre 11 y 14 años, todavía se encontraba en plena pubertad. Y que padecía importantes trastornos patológicos. En particular, la fusión prematura de una sutura craneal, un fenómeno anormal en el que las articulaciones del cráneo se fusionan demasiado pronto; normalmente permanecen abiertas hasta una edad avanzada (alrededor de 65 años o más). Esta condición distorsionó su cráneo, provocando asimetría y anomalías en el crecimiento facial. Su mandíbula superior, poco desarrollada e inclinada hacia abajo, causaba grandes dificultades al masticar, como lo demuestran las observaciones de sus dientes.
Según los investigadores, una deficiencia de vitamina D o una patología genética (como el síndrome de Treacher Collins) podrían explicar estas anomalías. De todos modos, ahora se ha establecido que el entierro del octágono en Éfeso no ocultaba los restos de Arsinoe IV, sino los de un joven de alto rango con discapacidades del desarrollo de origen romano, italiano o sardo, sugirieron análisis genéticos.
Las referencias arquitectónicas a Egipto en el monumento de Éfeso siguen siendo un misterio. “Los resultados de este estudio abren así nuevas vías para una investigación apasionante, y la búsqueda de los restos de Arsinoe IV ahora puede continuar sin verse obstaculizada por especulaciones”concluyen sus autores en un comunicado de prensa.
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