DMillones de piezas de Lego para un volumen de más de dos toneladas: esta es la fortuna de Aurélia y Guillaume Lasseur. Para ellos, la pasión por el ladrillo comenzó durante el primer encierro. Comenzaron con una caja (el barco de Star Wars), luego una ciudad de 30 m² (13×3). En su idea: comprar, montar y revender. Cuatro años después, el objetivo se ha desviado radicalmente.
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Mientras los altibajos de la vida les empujaban a interrumpir sus respectivas actividades, peluquera para Aurélia y camionera para Guillaume, buscaban un lugar donde dejar sus maletas al salir de Bretaña. Seducidos por el pueblo de Blanzac, donde se ha instalado parte de la familia, se pusieron en contacto con la ciudad, que les ofreció la antigua oficina de turismo, en el centro de la ciudad, para abrir allí L’Or Bricks Coffee a mediados de febrero. El lugar que combinará su pasión con su nueva profesión.
Arriba, todo un mundo de Lego donde los niños podrán divertirse, especialmente durante los cumpleaños, para los cuales Guillaume ofrece la privatización de la habitación por un precio de 5 euros por niño (máximo 10 dado el local). Se ofrecerá la merienda y se entregará una caja de Lego como regalo al niño receptor. El jefe incluso pensó en las tarjetas de invitación; sobre el mismo tema, por supuesto.
En la planta baja, Aurélia organiza la cafetería capullo, donde ofrecerá degustaciones de café, chocolate y bebidas sin alcohol. Para ello, se puso en contacto con un tostador local, La Brûlerie du montagne noir, en Champniers, Café Launay, para obtener cafés aromatizados (espresso, latte, capuchino, etc.). Los tés e infusiones procederán de Le Mans. Ella planea agregar algunas delicias caseras: muffins, pasteles y galletas. Además, tras haber creado su microempresa artesanal de fabricación de bisutería y velas aromáticas, reservará un lugar para sus creaciones en el local.
En escuelas o residencias de ancianos
La pareja no esperó a que la cafetería compartiera su pasión. Ambos ya realizan exposiciones, acogen bodas, cumpleaños, festivales, mercados, etc. Viajan a residencias de ancianos y escuelas para realizar talleres de memoria y destreza. Para ello, no dudan en trasladar sus creaciones y las numerosas piezas que las componen y ofrecerlas a la curiosidad de los visitantes.
En su casa, se le dedica una habitación entera, incluida una pared de estantes que contienen miles de ladrillos ordenados por tamaño y color. “Sé dónde se almacena cada pieza que necesito para construir mis modelos”, explica Guillaume Lasseur. La pareja de coleccionistas apasionados también tiene modelos que Lego ya no pone a la venta, lo que los hace raros.
“Sé dónde se guarda cada pieza que necesito. »
Más adelante, la pareja tiene previsto organizar veladas temáticas, veladas de juegos, pero siempre poniendo a Lego en un lugar de honor. Allí ocupará un lugar destacado una luminosa Torre Eiffel, de un metro sesenta de altura, con más de diez mil piezas.
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