La inteligencia artificial generativa (IA generativa) está experimentando un crecimiento meteórico, transformando sectores clave como la salud, la educación y la creatividad. Sin embargo, detrás de sus promesas de innovación se esconde una realidad mucho menos halagüeña: su impacto ecológico y social. Un estudio reciente, publicado en Ciencias Ambientales y Ecotecnología realizado por investigadores de la Universidad Northwestern, Harvard y la Universidad de Texas en San Antonio, arroja luz sobre los costos ocultos de esta tecnología. Requiere acciones concretas para guiar su desarrollo de manera ética y sostenible.
Un preocupante coste medioambiental de la IA generativa
El desarrollo de la IA generativa se basa en una infraestructura tecnológica que requiere un uso intensivo de recursos. Los componentes de hardware, como las unidades de procesamiento de gráficos (GPU) y los centros de datos, requieren materiales raros y costosos para extraerse. La extracción de metales como el cobalto y el tantalio tiene graves consecuencias: deforestación, contaminación del agua y empobrecimiento del suelo.
El impacto energético de los centros de datos
Los centros de datos, que son el núcleo de los sistemas de inteligencia artificial, consumen cantidades considerables de electricidad. Según las previsiones, podrían representar más del 8% del consumo total de energía de EE. UU. para 2030. Este fenómeno aumenta la presión sobre las redes eléctricas y empeora las emisiones de gases de efecto invernadero, obstaculizando los esfuerzos globales para la transición energética.
La explosión de los residuos electrónicos
A medida que los sistemas de inteligencia artificial evolucionan, el hardware más antiguo se vuelve obsoleto, lo que genera una cantidad cada vez mayor de desechos electrónicos. Estos desechos electrónicos, a menudo mal reciclados, agravan los problemas de contaminación global, contaminando el suelo y el agua con sustancias tóxicas.
Desigualdades sociales reforzadas con IA generativa
El impacto social de la IA generativa no se limita a su uso. Su proceso de producción y despliegue se basa en prácticas que perpetúan injusticias y desigualdades.
Condiciones laborales precarias
La producción de componentes necesarios para la IA depende de la explotación de los trabajadores, particularmente en las minas de cobalto. Los informes indican la presencia de niños en estas minas, expuestos a condiciones peligrosas por salarios miserables. Además, Los trabajadores responsables de la formación de sistemas de IA, a menudo ubicados en países en desarrollo, también están mal remunerados y sujetos a contratos precarios.
Una creciente brecha digital
El acceso a la IA generativa sigue siendo desigual. Las naciones industrializadas y los hablantes de lenguas mayoritarias, como el inglés, disfrutan de una ventaja considerablemientras las comunidades marginadas luchan por acceder a estas tecnologías. Este desequilibrio corre el riesgo de ampliar la brecha digital mundial, dejando atrás a millones de personas.
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Soluciones para un futuro responsable
Ante estos desafíos, los investigadores exigen medidas inmediatas para limitar los impactos negativos de la IA generativa. Entre sus recomendaciones están:
- Entrenamientos más eficientes energéticamente para reducir la huella ecológica de los modelos de IA.
- Diseño de hardware sostenible destinado a limitar la dependencia de metales raros y prolongar la vida útil de los equipos.
- Mejores condiciones de trabajo en las cadenas de suministro, con mayores protecciones para los trabajadores.
- Marcos de gobernanza inclusivosgarantizando una accesibilidad equitativa y una distribución justa de los beneficios.
Los autores también enfatizan la necesidad de transparencia por parte de los desarrolladores y tomadores de decisiones. ellos recomiendan el establecimiento de informes obligatorios de impactos ambientales y sociales relacionado con la IA generativa.
Una responsabilidad colectiva
Como señaló Mohammad Hosseini, autor principal del estudio, “esta investigación revela los costos ocultos de la IA generativa y exige una acción colectiva”. El desafío ahora consiste en conciliar la innovación tecnológica, el respeto de los derechos humanos y la preservación del medio ambiente. La inteligencia artificial sólo puede servir verdaderamente al bien común adoptando prácticas éticas y sostenibles.
Fuente del artículo: http://dx.doi.org/10.1016/j.ese.2024.100520
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