Ante unas normas europeas cada vez más estrictas sobre las emisiones de CO2, varios grandes fabricantes de automóviles, incluidos Stellantis y Toyota, recurren a Tesla para comprar créditos de emisiones y evitar así sanciones financieras que podrían alcanzar miles de millones de euros. .
Un mecanismo controvertido para respetar las cuotas de CO2
A partir de este año, los fabricantes de automóviles europeos tendrán que cumplir normas de emisiones de CO2 aún más estrictas o enfrentarse a fuertes multas. Según el reglamento CAFE (Corporate Average Fuel Economy), las emisiones medias de los vehículos nuevos no deben superar los 81 g/km, frente a los 93,6 g/km en 2024. Por cada gramo superado, los fabricantes se exponen a una sanción de 95 euros por vehículo. vendido.
Ante estas limitaciones, varios grupos, entre ellos Stellantis, Ford, Toyota, Mazda y Subaru, han decidido formar “pools” con Tesla, pionera en electricidad, para recomprar créditos de emisiones. Esta estrategia les permite compensar sus excedentes de CO2 apoyándose en el desempeño ejemplar de Tesla, cuyos vehículos de cero emisiones ofrecen un excedente de estos créditos.
Stellantis ha confirmado su participación en dicha agrupación, afirmando que este enfoque le permitirá “ alcanzar los objetivos de emisiones para 2025 optimizando al mismo tiempo el uso de sus recursos “. Esta estrategia, aunque legal y respaldada por la Unión Europea, está provocando un debate dentro de la industria, y algunos actores piden una revisión de las normas.
Tesla no es el único actor que se beneficia de este mecanismo. Mercedes, por ejemplo, se ha asociado con Volvo, Polestar y Smart, marcas muy comprometidas con los vehículos eléctricos. Para otros fabricantes, la alianza con socios chinos como BYD o Geely podría ofrecer soluciones similares. Estas colaboraciones no sólo reducen los costos relacionados con posibles multas, sino que también fortalecen las asociaciones industriales en el campo eléctrico.
Presión creciente sobre la industria
Sin embargo, esta dependencia de los créditos de emisiones revela una dificultad estructural: las ventas de vehículos eléctricos no han progresado al ritmo esperado en 2024. Mientras que el reglamento CAFE exige que uno de cada cuatro coches sea eléctrico, los fabricantes tienen dificultades para lograr este objetivo debido a la desaceleración del mercado.
Se alzan voces críticas que denuncian esta práctica como una forma de financiar la competencia. Sin embargo, para muchos actores, esta solución sigue siendo la menos costosa a corto plazo, en un contexto en el que las inversiones en electricidad ya representan un gran desafío financiero.
Si bien esta estrategia ahorra tiempo, no resuelve el problema subyacente: la transición a vehículos más limpios. Al multiplicar las alianzas y depender de los créditos de emisiones, los fabricantes están retrasando inversiones más ambiciosas en sus propias tecnologías. Para los observadores, esta situación pone de relieve la brecha entre las ambiciones regulatorias europeas y la realidad industrial.
Los próximos meses serán decisivos para medir el impacto de estas agrupaciones. Una cosa es segura: el marco establecido por Bruselas seguirá remodelando el panorama automotor, con Tesla y otros actores eléctricos en una posición sólida para aprovechar estas nuevas reglas.
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