La temporada navideña está marcada por una serie de robos de árboles de Navidad en todo el país. En Basilea, Niklaus Fäh, vendedor de la Allschwilerplatz, perdió una decena de árboles en una noche, con unas pérdidas de unos 500 francos. A pesar de sus esfuerzos por asegurar los árboles, estos repetidos robos socavan su motivación. “Es un reflejo de nuestra sociedad”, lamenta, mientras saluda la solidaridad local, como un cliente que le ofrece un billete de 20 francos en señal de apoyo.
En la Suiza francófona el problema parece menos extendido. En Friburgo, las plantaciones bien valladas protegen los árboles tanto de los ladrones como de los ciervos. Sin embargo, se denuncian robos aislados en determinados puntos de venta. En Bolligen, en el cantón de Berna, a veces desaparecen los abetos listos para ser recolectados, aunque esto todavía no constituye una auténtica plaga.
En Lucerna, por el contrario, los robos son más frecuentes. Lisbeth Bächtold, ex operadora, cuenta que de una vez fueron robados una treintena de árboles, algunos de los cuales incluso acabaron en el lago. Los vendedores, al carecer de medios para reforzar la seguridad, confían en el “espíritu navideño” basado en la confianza. Un vendedor confiesa: “Dejamos los árboles afuera, es un acto de fe”.
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