En Suiza, casi uno de cada tres adultos tiene problemas en una de las tres áreas de habilidades básicas: lectura, matemáticas y resolución de problemas, y uno de cada seis suizos en todas estas áreas. Con 1,67 millones de personas con déficit, Suiza está ciertamente mejor situada que la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pero está lejos de estar en lo más alto de la clasificación. Travail.Suisse profundiza en estas deficiencias y sus consecuencias.
“La falta de capacidades básicas conduce a menudo a empleos precarios, dificultades en el mercado laboral y acceso limitado a la educación continua. Además, dificulta la vida cotidiana y te excluye de la vida social”, señala Gabriel Fischer, director de política de formación de Travail.Suisse. La organización coordinadora de trabajadores aboga por el apoyo financiero de los empresarios y de las autoridades públicas que fomentan la formación.
Las diferencias entre las regiones lingüísticas y las principales regiones del país son mínimas. Las más fragantes aparecen según el nivel de formación y el perfil migratorio o lingüístico. Cuando la lengua principal no es una lengua nacional, se observan problemas relacionados con las competencias básicas con más frecuencia que la media.
Para Travail.Suisse, las diferencias entre sexos son muy problemáticas, sobre todo porque son claras en la resolución de problemas. Y más aún en matemáticas: el 21% de las mujeres y el 16% de los hombres están en un nivel bajo, mientras que el 14% de las mujeres, frente al 27% de los hombres, alcanza un nivel alto. “Es imprescindible prestar atención al género para promover la igualdad de oportunidades en la educación obligatoria y para las ofertas destinadas a reforzar las competencias básicas de los adultos”, afirma Valérie Borioli Sandoz, responsable de política de igualdad y conciliación.
Para Travail.Suisse, no es el momento de recortar el presupuesto. “En el contexto de la revisión de las tareas y subvenciones de la Confederación, es completamente grotesco proponer renunciar a la ley sobre educación continua o incluso eliminar de la ley el estímulo financiero”, opina Gabriel Fischer.
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