Desde que los acreedores adquirieron la empresa matriz, las actividades belgas de Tupperware se ciernen sobre un gran interrogante.
En nuestro país, la empresa cuenta con una fábrica en Aalst (Flandes Oriental), a la que se suman algunos servicios administrativos y comerciales. Esta fábrica ya no podrá producir cajas de plástico. De hecho, la sede internacional ya no tiene intención de conceder las licencias necesarias, lo que de hecho obligará a la fábrica a detener sus actividades a principios del próximo enero.
Tupperware, el fin de un mito: aquí está el impacto de esta quiebra para Bélgica
Por parte de los sindicatos, sin embargo, se cree que la central estadounidense debería declararse en quiebra. Esto está lejos de ser un detalle para los trabajadores porque puede tener consecuencias importantes en el pago de salarios y posibles indemnizaciones por despido.
Además, en ausencia de un curador designado, sería difícil que los posibles compradores se presentaran de manera concreta.
El sindicato socialista había sugerido anteriormente que el personal había recibido garantías relativas al pago de salarios de la dirección local. Este último también solicitó que la producción continuara temporalmente, a fin de tener suficiente liquidez para hacer frente al pago de salarios y deudas.
La dirección local de la empresa estadounidense tiene como política no comunicarse con la prensa.
Lanzado en 1946, Tupperware se había convertido en un fenómeno social, llegando a millones de hogares estadounidenses y más allá gracias a la eficiencia de su red de representantes.
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