Gratinado cuenta
El caso involucra al conserje de la escuela P14. Contratado en 2010, con nombramiento permanente desde 2015, empezó en la escuela de Moortebeek (P15) antes de ser trasladado a la escuela P14 de Scherdemael, donde siguió teniendo como antes una tarjeta de combustible de “duración ilimitada”.
Cuando la recibió, el conserje tuvo que firmar un recibo donde se especificaba claramente que la tarjeta estaba evidentemente reservada para uso profesional y no podía utilizarse para fines personales.
Según la investigación interna abierta, el conserje lo habría utilizado dos años seguidos, sin que nadie reaccionara, y la mayor parte del tiempo en la misma gasolinera situada en Molenbeek, la localidad vecina.
Según los recuentos no controvertidos, el conserje lo habría utilizado para realizar 80 repostajes entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022 -a razón de más de una vez por semana- y muy precisamente 74 repostajes de diésel Premium. y 6 repostajes de Eurosuper 95.
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De este modo, habría malversado 3.365 litros de combustible durante el primer año, por un importe de 6.413,82 euros.
Habría continuado el año siguiente 2022-2023, llenando su depósito de forma gratuita simplemente utilizando la tarjeta municipal destinada a sopladores de hojas. La investigación reveló además que el interesado se sentía cómodo con su horario y no dudaba en ausentarse durante el horario laboral.
Finalmente informado, el municipio abrió un expediente disciplinario. Se pidió al conserje que se justificara. Si no se cuestionaba la materialidad de los hechos, tenía explicaciones.
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“No entiendo”
Entre las aportadas consideró que despedirle por ello era, a su juicio, “manifiestamente desproporcionado”. Podríamos haberle advertido, sentía, y advertirle antes de castigarle, advirtiéndole que pusiera fin a su conducta.
Dijo que tampoco entendía por qué el municipio que quería despedirlo creía que se había roto el vínculo de confianza. ¿Fue tan malo?
Criticó además al municipio por no haber tenido en cuenta que había pedido disculpas y expresado su más sincero arrepentimiento.
Señaló que la decisión de dimitir automáticamente se tomó, en el colegio municipal, por una estrecha mayoría de 13 sí y 12 no, lo que, según él, podría justificar una sanción menos severa. Finalmente, afirmó que empleados municipales lo habrían presionado a seguir usando la famosa tarjeta, alegando que en el municipio también teníamos “cosas que esconder (sic)”. La autoridad también tuvo que recordarle que el hecho de que no existiera un control sistemático no autorizaba al personal a cometer abusos de todo tipo.
El conserje formaba parte de la plantilla municipal desde hacía quince años. Nunca hubo ningún informe desfavorable y hasta entonces no se le había dirigido ningún reproche disciplinario. Sin embargo, dimitió automáticamente. El interesado intentó en vano interponer un recurso de nulidad ante el Consejo de Estado.
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