Las grandes potencias mundiales siguen utilizando masivamente el carbón. En varios ámbitos, como la producción de electricidad, esta energía fósil sigue siendo esencial. Francia, por su parte, es un buen estudiante con una caída drástica en su uso.
El carbón todavía se utiliza ampliamente en todo el mundo.
El año 2024 marca un nuevo hito en la historia del consumo mundial de carbón. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) confirma un uso de 7,8 mil millones de toneladas. Este combustible, alguna vez relegado a la categoría de vestigio energético, sigue estando en el centro de muchas estrategias nacionales. Y esto, a pesar de su importante contribución al calentamiento global. A escala global, El uso de carbón sigue creciendo, impulsado por los países emergentes y gigantes económicos como China. A pesar de los esfuerzos internacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el carbón sigue ocupando un lugar dominante en la producción mundial de energía.
China, el mayor consumidor y productor del mundo, ilustra esta tendencia con cifras impresionantes: casi un tercio de la extracción mundial de carbón se utiliza para alimentar sus centrales eléctricas. En noviembre de 2024, su producción alcanzó un pico histórico de 14 millones de toneladas por díaun nivel que Pekín prevé mantener para evitar cualquier escasez. En los países emergentes, el crecimiento económico y demográfico también está impulsando este aumento. Indonesia, Vietnam y la India están experimentando una creciente demanda de electricidad para satisfacer las necesidades de la industrialización y la urbanización.
Estas naciones todavía dependen en gran medida del carbón, a pesar de las ambiciones declaradas de diversificar sus combinaciones energéticas. Al mismo tiempo, el comercio del carbón, dominado por los intercambios en Asia entre exportadores como Australia e Indonesia e importadores como China y Japón, también está alcanzando niveles récord. Este lucrativo mercado, con un precio que ronda los 129 euros por tonelada, mantiene el interés de los productores, a pesar de la creciente competencia de las energías renovables.
Una tendencia opuesta en Francia
En cambio, Francia destaca por un descenso constante de su consumo de carbónalcanzando su mínimo histórico en 2023 con 57 TWh, una disminución del 23% respecto al año anterior. Varios factores explican este descenso, entre ellos las dificultades de suministro, la caída de la demanda de acero y el auge de las energías renovables y la energía nuclear. El cierre parcial de algunos altos hornos también ilustra esta transición: el sector de la fundición sigue representando el 62% del consumo nacional de carbón.
La producción de electricidad y calor, históricamente muy dependiente del carbón, también ha experimentado un descenso significativo gracias al mejor desempeño de los sectores nuclear y renovable. Los sectores industriales, aunque siguen utilizando este combustible, poco a poco están avanzando hacia otras fuentes de energía más sostenibles.
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