miEn diciembre, Francia se endeudó en los mercados a más del 2,9%, mientras que Alemania registró un tipo de interés cercano al 2,1%. La diferencia entre los tipos de los dos países (el “spread”) es, por tanto, de 0,8 puntos. Cuando un país pide dinero prestado, la tasa a la que puede hacerlo refleja, en parte, la confianza que los acreedores tienen en la fortaleza de su economía.
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En este sentido, la diferencia entre el tipo deudor de Francia y el de Alemania, considerada un modelo de solidez en Europa, nos habla de la percepción que los inversores tienen de la solidez francesa. La brecha actual, aunque no es alarmante en sí misma, ha aumentado en los últimos meses y marca el paso de una “meseta” que no se había alcanzado desde hacía más de diez años. La pregunta ahora es por qué y cuáles son las consecuencias.
Hasta hace poco, la brecha francesa era contenida, oscilando alrededor de 0,5 puntos, un promedio consistente con la situación de los últimos diez años. Sin embargo, junio marca un punto de inflexión. Tras el anuncio de la disolución de la Asamblea Nacional, el diferencial aumentó a 0,8 puntos y desde entonces se estabilizó en esta nueva meseta. Este cruce duradero de un umbral más alto refleja una erosión de la confianza del mercado, vinculada a la incertidumbre política creada por la disolución. Aunque no supone una gran pérdida de confianza, este hecho muestra que los inversores ahora están teniendo en cuenta un mayor riesgo político en su evaluación de la deuda francesa.
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¿Qué pasa después? Contrariamente a la reacción inicial ante el anuncio de la disolución en junio, los acontecimientos políticos que se produjeron posteriormente no provocaron un nuevo aumento de esta brecha: el retraso en el nombramiento de un nuevo Primer Ministro, su nombramiento, la presentación del presupuesto, la decisión de censura, etc. Esta relativa estabilidad sugiere que los mercados se habían anticipado a estos episodios e integrado sus impactos en sus evaluaciones, contrariamente al anuncio de la disolución. Pero la brecha se ha mantenido en este nuevo nivel durante varios meses, lo que refleja el hecho de que la inestabilidad política francesa es una nueva realidad, lo que ha aumentado las preocupaciones de los acreedores.
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