El mundo finalmente puede ponerle una cifra a la carga de la deuda que asfixia a los países en desarrollo. Éste es astronómico. De hecho, estos últimos han gastado 1.400 mil millones de dólares (1.332 mil millones de euros) para pagar su deuda externa sólo en 2023, según un informe publicado el martes 3 de diciembre por el Banco Mundial. Sólo los intereses representan 406.000 millones de dólares, un récord en veinte años.
En detalle sobre los países afectados, la institución con sede en Washington precisa que los más afectados son los “Los países más pobres y vulnerables”las mismas personas que son beneficiarias del fondo IDA (Asociación Internacional de Desarrollo), cuya conferencia de donantes se inaugura en Seúl, Corea del Sur, el jueves 5 de diciembre. En una inquietante coincidencia, estos países gastaron 96.200 millones de dólares en 2023 para pagar sus deudas externas, una cantidad cercana a la pagada por el Banco Mundial, en forma de donaciones y préstamos a tipos reducidos, durante los últimos tres años.
Estos reembolsos benefician principalmente a los acreedores privados. Desde 2022, han retirado de las economías de los países de bajos ingresos 13.000 millones de dólares más de lo que les prestaron, mientras que, durante el mismo período, los bancos multilaterales de desarrollo inyectaron 51.000 millones de dólares más de lo que recibieron por el reembolso de sus préstamos a tipos reducidos.
Un “sistema de financiación disfuncional”
Lo que hace que el Banco Mundial diga que se ha convertido en un “línea de vida” para estos países abandonados por los acreedores privados. “Con excepción de los fondos del Banco Mundial y otras instituciones multilaterales, el dinero sale de las economías pobres cuando debería entrar”se lamenta Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial. Éste va aún más lejos al denunciar una “sistema de financiación disfuncional”en el que los bancos de desarrollo cubren las brechas convirtiéndose “prestamistas de último recurso”. “Una función para la que no fueron diseñados”se lamenta. De hecho, la misión de los bancos multilaterales es financiar el desarrollo de los países pobres en lugar de ayudarlos a pagar a los acreedores privados para salvarlos del default.
El Banco Mundial atribuye el origen de esta crisis de deuda a la pandemia de Covid-19, que privó a los Estados de ingresos fiscales durante los confinamientos, al tiempo que los empujó a ampliar sus déficits para ayudar a las poblaciones afectadas por la crisis. Una vez más, son los países pobres los que más han sufrido: sus deudas externas aumentaron un 18%, entre 2020 y 2023, hasta alcanzar 1,1 billones de dólares.
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