A medida que se acerca el fin de las concesiones de autopistas, la Autoridad Reguladora del Transporte (ART) pide a las empresas concesionarias que inviertan masivamente para garantizar el buen estado de la infraestructura. Entre trabajos de mantenimiento y ajustes contractuales, este amplio programa va acompañado de cuestiones financieras y medioambientales.
Un inventario de las carreteras en vísperas de los plazos
Las concesiones de las principales autopistas francesas, actualmente gestionadas por Vinci, Abertis y Eiffage, expirarán entre 2031 y 2036. Según la ART, serán necesarios más de 10 mil millones de euros para garantizar que estas infraestructuras vuelvan a estar en buen estado a su regreso. De esta suma, 4.000 millones de euros deberían destinarse a trabajos de mantenimiento durante los últimos cinco años de los contratos, a lo que se suma un esfuerzo adicional de 1.200 millones de euros para consolidar carreteras y estructuras.
A pesar de la magnitud de estas inversiones, el regulador destaca que el estado general de las autopistas concesionadas sigue siendo satisfactorio. Los túneles y puentes están mejor mantenidos que los de la red no concesionada, prueba de la eficacia del modelo concesional. “ Es un sistema donde el usuario es el pagador, permitiendo inversiones de calidad. », recuerda la ART, que sin embargo recomienda futuras concesiones más cortas, de entre 15 y 20 años.
Contratos a revisar y vías de futuro
La ART destaca ambigüedades en los contratos vigentes. La ausencia de una definición precisa de “buen estado” en el momento de la restitución y de los márgenes de interpretación sobre las inversiones obligatorias podría crear tensiones entre el Estado y los concesionarios. Estos últimos, creyendo haber respetado sus obligaciones, podrían ralentizar determinados trabajos o negarse a realizar inversiones consideradas no prioritarias.
Otro tema delicado: el uso de fondos destinados inicialmente a proyectos de ampliación de carreteras no realizados. Estas inversiones, previstas en los contratos pero que ya no son necesarias ante un tráfico inferior al previsto, representan 5.100 millones de euros. La ART propone reorientar estos presupuestos hacia proyectos más relevantes, como el desarrollo de zonas de carpooling.
Por último, la cuestión del precio de los peajes al finalizar los contratos suscita debates. Thierry Guimbaud, presidente de ART, advierte que una caída importante podría favorecer una transferencia del tráfico a la carretera, en detrimento del ferrocarril. Sugiere, en cambio, reorientar parte de los ingresos por peajes hacia la financiación de la red ferroviaria, contribuyendo así a una movilidad más sostenible.
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