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Stellantis planea cerrar la fábrica de Luton en Gran Bretaña

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El fabricante de automóviles Stellantis anunció el martes su intención de cerrar su fábrica de Luton para concentrar su producción en otro lugar del Reino Unido, lo que podría provocar la pérdida de cientos de puestos de trabajo.

La crisis del sector del automóvil continúa en Europa. Stellantis anunció el martes que quería cerrar su fábrica en Luton, al norte de Londres en Gran Bretaña. La producción de servicios públicos realizada in situ sería repatriada a otro emplazamiento inglés, Ellesmere Port, a 300 kilómetros de distancia.

Varios cientos de empleados afectados

Según la empresa, actualmente más de 1.100 personas trabajan a tiempo completo en Luton. Algunos podrían ser reasignados a este otro lugar en el norte de Inglaterra, “donde se crearán cientos de puestos de trabajo permanentes”, indica un comunicado de Stellantis, que ya ha iniciado una consulta con empleados y sindicatos.

Además de reubicar algunos roles, la compañía también promete “apoyo laboral integral y dedicado, incluidas oportunidades de recapacitación, para todos los empleados afectados” en “la concurrida zona de Luton”.

Esta reorganización, que supone una inversión de 50 millones de libras (60 millones de euros), tiene como objetivo “reforzar la fábrica de Ellesmere Port”. Stellantis destaca haber invertido allí 100 millones de libras (120 millones de euros) en 2021 para convertirla en su primera planta de fabricación de vehículos comerciales exclusivamente eléctricos.

Allí se fabrican pequeños utilitarios ligeros, como el Citroën ë-Berlingo, el Opel Combo Electric o el Peugeot E-Partner.

Retrasos en torno al vehículo eléctrico

Los fabricantes de automóviles británicos llevan meses preocupados por la promesa del Partido Laborista, elegido en julio, de adelantar cinco años la prohibición de venta de coches nuevos que funcionen únicamente con gasolina y diésel, ante la demanda de coches eléctricos, que consideran insuficiente. Stellantis incluso amenazó en junio con simplemente detener su producción en el Reino Unido debido a la falta de apoyo suficiente de las autoridades para la electricidad.

De hecho, el anterior Gobierno conservador había aplazado el año pasado la prohibición de venta de coches nuevos que funcionan con gasolina y diésel en el Reino Unido hasta 2035, frente al objetivo fijado anteriormente de 2030, y el Partido Laborista quiere dar marcha atrás.

El ejecutivo reiteró la semana pasada que quería “restablecer la eliminación progresiva, de aquí a 2030, de los coches propulsados ​​únicamente por motores de combustión interna”, tras una mesa redonda con el sector, recordando además que prevé invertir “2.000 millones de libras (2.400 millones euros) para ayudar a la industria automovilística británica a realizar esta transición”.

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