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Cesta de la compra | La industria alimentaria está perdiendo confianza

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Para recuperar la confianza de los consumidores, la industria alimentaria debe dejar de evitar temas delicados y adoptar una verdadera transparencia.


Publicado a las 7:30 a.m.

El Centro Canadiense para la Integridad Alimentaria publicó recientemente su informe sobre la confianza del consumidor en la industria alimentaria en general. Desde 2016, el nivel de confianza había alcanzado un nivel respetable, pero la situación ha cambiado.

Según su encuesta más reciente, un número sin precedentes de canadienses cree ahora que la industria alimentaria va en la dirección equivocada. Al mismo tiempo, la proporción de personas que tienen confianza en la industria ha alcanzado su nivel más bajo en ocho años.

Casi un tercio de los canadienses cree que la industria está abordando las cuestiones equivocadas. Aunque esta pregunta sigue siendo bastante general, plantea cuestiones relevantes.

Los agricultores, por su parte, siguen gozando de una considerable simpatía entre los consumidores. Sin embargo, esta simpatía se centra más en los individuos que en sus prácticas.

Las críticas al uso de pesticidas y herbicidas, al desperdicio de leche en las granjas, a la alimentación de las vacas con aceite de palma para aumentar el contenido de grasa de la mantequilla o a las cuestiones relacionadas con el trato ético a los animales y al medio ambiente siguen estando omnipresentes.

Los agricultores, a menudo vistos como víctimas del sistema, se encuentran sujetos al dominio de las multinacionales que imponen sus productos y sus leyes. Pero a medida que nos acercamos al consumidor en la cadena alimentaria, la duda y el escepticismo se vuelven evidentes.

Los procesadores de alimentos, por ejemplo, enfrentan críticas persistentes, particularmente sobre la “reduflación” o los productos llamados “ultraprocesados”. Incluso si estas empresas innovan y ofrecen productos de calidad, estos esfuerzos no parecen ser suficientes para calmar el descontento.

Pero son los minoristas de alimentos los que ocupan los primeros lugares en la escala de duda y desconfianza. Independientemente o bajo grandes marcas, a menudo se les acusa de abusos y aumentos de precios injustificados.

Según un índice de confianza elaborado por nuestro Laboratorio de Ciencias Analíticas Agroalimentarias, casi el 80% de los consumidores cree que los esfuerzos de los minoristas no son suficientes. Incluso cuando estas acusaciones carecen de fundamento sólido, persiste el resentimiento hacia los minoristas.

Las críticas de los consumidores a menudo se dirigen a lo que conocen y ven: las tiendas, y no los campos o los establos, que les resultan más desconocidos y lejanos. Pero dadas estas percepciones, surge una pregunta legítima: ¿qué puede hacer el sector agroalimentario para recuperar la confianza de los canadienses?

El problema básico reside en la falta de comprensión mutua. Si la industria quiere ser mejor comprendida, también necesita comprender mejor a los consumidores, especialmente a las generaciones más jóvenes. Los Millennials y la Generación Z representan ahora 19,8 millones de personas en Canadá, o más del 50% de la población.

Sin embargo, un desafío igualmente importante reside en el sector alimentario. Cuando asistimos a convenciones y conferencias organizadas por la industria, a menudo notamos una reticencia a discutir ciertos temas delicados.

A veces los oradores se dirigen a sus audiencias con discursos complacientes, o se ven restringidos por patrocinadores que evitan discusiones sobre temas cruciales como la gestión del suministro o el mercado de carbono.

Esta cultura de evasión debe terminar. Si la industria quiere restablecer la confianza, debe romper estos tabúes y permitirse pensar de manera diferente.

Los comités organizadores y los oradores deben dejar de caminar sobre cáscaras de huevo, lo que corre el riesgo de obstaculizar la innovación y el liderazgo.

Es hora de que el sector agroalimentario se mire al espejo y comience una reflexión profunda sobre sus prácticas. Porque recuperar la confianza de los consumidores no sólo es posible, sino imprescindible para el futuro de la industria.

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