Reportaje
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El enorme bar Grands Boulevards cerró sus puertas el lunes 18 de noviembre, poniendo fin a una cierta idea de América y del rock en Francia. Para el último de los ders, “Libé” fue allí.
Este lunes 18 de noviembre, en los Grandes Bulevares de París, parece una velada cualquiera en el Hard Rock Café. Algunos turistas miran las camisetas de la tienda, no hay aglomeraciones en la sala, el suelo está vacío, una melaza de éxitos del pop de los noventa flota sobre las hamburguesas. Sin embargo, es el último de los últimos para la marca parisina en el distrito 9. Y en definitiva, la ilustre marca, que cierra aquí las puertas –con imponentes tiradores dorados en forma de guitarras eléctricas– de su último establecimiento en Francia, después de Marsella, Niza y Lyon. También fue el primero, inaugurado en 1991, en el apogeo de las bandanas y los amplificadores para escupir.
No más música a todo volumen (originalmente para animar a la multitud a abandonar las mesas lo más rápido posible, lo que ya no es realmente necesario), no más pantallas de televisión que reproduzcan una y otra vez los mismos viejos clips, repasando todo el gesto del rock’n moribundo. ‘roll, desde BB King hasta Guns N’Roses, y la comida de asador con descuento. A medio camino entre el puerto y el museo, esa era la gran idea: salir con una camiseta de la marca, beber y comer entre las reliquias. En París, entre otras cosas, una chaqueta de Frank Zappa, la guitarra
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