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El fin del bono Gipa causa revuelo entre los funcionarios

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En 2023, la Garantía Individual del Poder Adquisitivo (Gipa) benefició a un número récord de funcionarios públicos. Sin embargo, esta bonificación desaparecerá a partir de 2024, despertando el enfado de los sindicatos.

Confirmada la supresión de Gipa a pesar de un nivel récord

La Garantía Individual del Poder Adquisitivo (Gipa), creada en 2008 para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los funcionarios ante la inflación, dejará de pagarse a partir de 2024. Según un informe publicado por la Dirección General de la Administración y la Función Pública (DGAFP), 188.000 empleados públicos recibieron esta compensación en 2023, cifra nunca alcanzada desde su creación.

Gipa permitió mantener un cierto nivel de remuneración para los agentes cuyo salario índice había aumentado menos rápidamente que la inflación durante un período de cuatro años. Se refería tanto a los funcionarios como a los trabajadores subcontratados, cualquiera que fuera su grado (categorías A, B o C). En 2023, su importe medio ascendió a 663 euros por agente, frente a los alrededor de 400 euros de 2022, un incremento notable que refleja el impacto del aumento de los precios.

Sin embargo, en el marco de un esfuerzo de ahorro presupuestario destinado a reducir el gasto público en 1.200 millones de euros, el ministro de la Función Pública, Guillaume Kasbarian, confirmó la eliminación de esta bonificación. Una decisión que se produce en un contexto financiero tenso y que no dejó de provocar reacciones sindicales.

El ahorro presupuestario va mal

Los sindicatos de los servicios públicos criticaron duramente esta supresión, destacando que penaliza a los empleados públicos en un contexto económico marcado por una elevada inflación. « El Gobierno vuelve a pedir a los funcionarios que cubran el déficit », lamenta un representante sindical. En respuesta, varias organizaciones convocaron una jornada de paro nacional el 5 de diciembre, denunciando una decisión percibida como injusta y desconectada de la realidad sobre el terreno.

El informe de la DGAFP también revela que los datos disponibles sobre los beneficiarios siguen siendo parciales. Las cifras publicadas se refieren únicamente a los empleados civiles de los ministerios y de las instituciones de educación superior, es decir, 1,7 millones de personas de los 2,5 millones de empleados públicos estatales. “ De hecho, hubo más beneficiarios en todo el servicio público », confirmó a la AFP una fuente del servicio estadístico ministerial, lamentando que el análisis no pueda abarcar todos los aspectos de la función pública.

Para los sindicatos, la supresión de Gipa envía una señal negativa a los empleados públicos, cuya remuneración ya se considera insuficiente para afrontar el coste de la vida. Esta medida, unida a otras restricciones presupuestarias, podría intensificar las tensiones sociales en un sector que busca reconocimiento.

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