La política fiscal, las cuestiones energéticas y la volatilidad marcan la agenda de los inversores tras las elecciones.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos está preparado para experimentar un claro cambio en las prioridades políticas y económicas. El Partido Republicano ha recuperado el control del Senado y aspira a una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes. Por lo tanto, surgen preguntas centrales en el mundo de las finanzas: ¿cómo reaccionan los mercados y qué adaptaciones estratégicas deberían hacer los inversores?
Incluso antes de las elecciones, las expectativas sobre las políticas económicas de Trump hicieron que los mercados financieros se movieran. El aumento de los rendimientos de los bonos reflejó las expectativas de que las medidas fiscales y comerciales podrían respaldar la economía nacional, al tiempo que aumentarían los riesgos de inflación. En los mercados de valores, los sectores que esperan alivio fiscal y una reducción de la carga regulatoria son los más beneficiados. A pesar de estos acontecimientos, la volatilidad sigue siendo un tema central. Además de las reformas tributarias y los conflictos de políticas tributarias, las incertidumbres geopolíticas podrían seguir siendo factores estresantes. Sin embargo, la claridad sobre las orientaciones políticas del nuevo gobierno podría sentar las bases para una calma gradual del mercado.
Los bonos de alto rendimiento, los préstamos senior y los activos titulizados, en particular, ofrecen atractivas oportunidades de ingresos.
En un contexto de rendimientos crecientes, las inversiones en renta fija están volviendo a estar en primer plano. Los bonos de alto rendimiento, los préstamos senior y los activos titulizados, en particular, ofrecen atractivas oportunidades de ingresos. Los bonos municipales también atraen por sus sólidos fundamentos y sus atractivas valoraciones.
La todavía joven clase de activos “Créditos Privados” se beneficia del fuerte interés de los inversores y de un creciente volumen de transacciones. Para los inversores que hasta ahora han dependido de importantes reservas de efectivo, las condiciones actuales del mercado podrían alentarlos a posicionarse de una manera más orientada al rendimiento.
Una agenda política con significado económico
Se espera que la política fiscal desempeñe un papel central en el segundo mandato de Trump. Está en el orden del día una ampliación de los recortes de impuestos de 2017, así como una reducción del tipo del impuesto de sociedades de hasta un 15%. Al mismo tiempo, se podrían reintroducir aranceles, lo que fortalecería a los productores nacionales pero podría aumentar la inflación. Para los inversores, las inversiones fiscalmente optimizadas siguen siendo una parte importante de la planificación de la cartera. Estrategias como la compensación de pérdidas y las inversiones en bonos municipales podrían adquirir mayor importancia.
Históricamente, un gobierno dividido –es decir, diferentes mayorías en el Congreso y la presidencia– ha demostrado ser estabilizador para los mercados financieros. Los bloqueos dificultan las reformas integrales de impuestos y gastos y, por lo tanto, frenan los posibles impulsos inflacionarios. En contraste, la unidad en el gobierno a menudo ha llevado a déficits crecientes en el pasado, como lo muestran los ejemplos del primer mandato de Trump.
Con déficits presupuestarios crecientes y un debate inminente sobre el techo de la deuda, pueden ser necesarias soluciones bipartidistas para garantizar la estabilidad fiscal.
Adaptación, clave del éxito
Un cambio de liderazgo político también tendrá repercusiones sectoriales. Las empresas de los sectores financiero, energético y sanitario podrían beneficiarse de una política desregulada, mientras que las empresas de energía verde podrían enfrentar vientos en contra. Sin embargo, el impulso global hacia las energías renovables permanece intacto. Se espera que la energía solar y eólica, así como las inversiones en tierras agrícolas para apoyar la transición energética, sigan creciendo a largo plazo. Las fuentes de energía tradicionales, como el gas natural y la energía nuclear, también desempeñan un papel central, especialmente teniendo en cuenta los altos costos de entrada de las tecnologías renovables.
Para los inversores, el cambiante panorama político y económico significa que las carteras deben adaptarse al nuevo contexto. La diversificación, las estrategias de optimización fiscal y un enfoque específico en segmentos de alto crecimiento podrían resultar decisivos para minimizar riesgos y aprovechar nuevas oportunidades.
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