Pronto tendrás que pensártelo dos veces antes de sacar la basura. Un nuevo impuesto, que empieza a generalizarse en Francia, permitirá pagar individualmente por cada bolsa de residuos que se tire.
Cuando se trata de protección del medio ambiente, los residuos son un problema al menos tan grande como los gases de efecto invernadero. Su cantidad ha seguido aumentando durante las últimas décadas y su gestión plantea un doble problema. Ecológico por un lado, porque la incineración y el vertido de basura son muy contaminantes. Por otro lado, es económico, porque los costes de recogida, clasificación y procesamiento de residuos siguen aumentando.
Ante estas realidades, las autoridades públicas están explorando diferentes vías para reducir la cantidad de residuos no reciclables que se producen cada año, aquellos que resultan más costosos para la comunidad y el medio ambiente. Y una de sus palancas de acción es la fiscalidad, mediante el establecimiento de “precios de incentivo” para los residuos domésticos. Esto puede tomar la forma de un impuesto (TEOMi) o una tasa (REOMi) y opera según un principio de participación variable.
Actualmente, la gestión de residuos está a cargo de las autoridades locales y financiada por el Impuesto sobre Eliminación de Residuos Domésticos, el TEOM (sin i). Este impuesto se calcula aplicando un tipo al valor de alquiler catastral de la vivienda que produce los residuos. Por tanto, su cantidad no guarda relación con la cantidad de basura realmente desechada. La fijación de precios con incentivos modifica este principio, al modular el importe a pagar en función de la cantidad de residuos realmente producidos.
Si el principio es legítimo, su aplicación corre el riesgo de disparar el coste de los residuos, y de forma muy desigual según los hogares y los territorios. Por ejemplo, la Communauté de Communes du Grand Ouest Toulousain aplica un impuesto incentivador, consistente en una parte fija, cuyo importe depende del volumen del contenedor y que da derecho a un determinado número de cobros o depósitos por año, y una porción variable por cada aumento o depósito adicional.
La recogida puerta a puerta de un contenedor de 240 L cuesta 74,06 € por 10 recogidas al año, o menos de una al mes, y 17,25 € por recogida adicional. Para la recogida en un punto de entrega voluntaria, la tarifa fija anual asciende a 43,20 euros para 28 depósitos de sacos de 50 litros y luego a 3,59 euros por cada saco adicional. Un sistema restrictivo, que exige conservar tus residuos durante un largo tiempo entre cada recogida o depósito, pero cuyos precios siguen pareciendo razonables.
Sin embargo, las cosas empeoran si nos dirigimos al SMD3, el sindicato responsable de los residuos en Dordoña. Esta organización aplica esta vez una tarifa de incentivo, a precios mucho más altos. Para un hogar de 2 personas con recogida puerta a puerta, el paquete anual asciende a 362,59 €, correspondientes a 13 retiradas de contenedores de 120 L y 26 visitas al centro de reciclaje. Cada elevador de contenedores adicional cuesta 11,16 € y cada viaje adicional al centro de reciclaje cuesta 10,55 €.
De un territorio a otro, los precios y los métodos de recogida son muy heterogéneos. Y a partir del año que viene, millones de ciudadanos se enfrentarán a la aplicación de precios incentivados, porque la ley de transición energética para el crecimiento verde ha fijado un objetivo de 25 millones de habitantes cubiertos por este sistema en 2025. Además, el departamento de Var ha previsto la generalización del sistema a partir de 2026, y lo está probando durante un año en la comunidad de municipios de Pays de Fayence desde 1es el próximo enero.
Ante la llegada inexorable de los precios de incentivo a los residuos, no queda otra solución que cambiar drásticamente nuestros hábitos. Como sólo se trata de residuos domésticos (bolsas de basura negras) y se excluyen los residuos reciclables (bolsas amarillas) y el vidrio, tendrás que optimizar tus compras y tu forma de vida para producir lo menos posible. Limitar el desperdicio de alimentos, compostar los biorresiduos, evitar las toallitas limpiadoras de un solo uso, clasificar correctamente los envases, etc.
Pero por más virtuosos que sean, lamentablemente estos comportamientos no están al alcance de todos. ¿Qué pasa con el compostaje en viviendas colectivas en ciudades muy densas? ¿O pañales para padres de niños pequeños o adultos con incontinencia? Al ser la fijación de precios incentivadores una medida que ataca a los sectores de abajo (los consumidores) y no a los de arriba (las empresas) de la producción de residuos, y que se centra en la responsabilidad individual más que en la colectiva, produce necesariamente efectos desiguales.
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