SEl sábado por la mañana, día de mercado en Bayona, el sindicato LAB despliega una pancarta delante del establecimiento Cafés Ramuntcho. En los adoquines de la pequeña rue du Pilori, los activistas pegan lemas impresos para denunciar el trato dado a los empleados por la dirección de esta institución en el panorama comercial: “Rompamos el silencio”, “Luchemos por nuestros derechos”, “Stop the ‘ explotación’…
“Estamos aquí para apoyar a los ex empleados de Cafés Ramuntcho que sufrieron condiciones laborales deplorables”, resume Joana Urruti, coordinadora de servicios privados de LAB. Cuatro han abierto las puertas del sindicato en los últimos meses para denunciar “prácticas anormales”. Al menos tres están intentando que la situación sea reconocida ante los tribunales.
“Algunos no tienen contrato. O contratos erróneos, que no se corresponden con el trabajo realmente realizado ni con las horas trabajadas”, critica Joana Urruti. También enumera la ausencia de nóminas, horarios aleatorios, “impuestos de un día para otro”, horas extras no remuneradas. “Los empleados también denuncian una gestión difícil. »
“Presión salarial”
Dos ex empleados sostienen el cartel de LAB. Anna Mugot Walter tiene 27 años, se incorporó al servicio de cafetería Ramuntcho “hace un año”. Inició un procedimiento sumario (1) ante el tribunal laboral, “para obtener los documentos de fin de contrato necesarios para la apertura de [ses] derechos”. Especialmente frente a France Travail.
Nos trataron como si fuéramos personas horribles.
Pero ella formula quejas que no son simplemente administrativas o formales. Pone, como ejemplo, ese momento en la Feria del Jamón en el que la cocinera, “que no aguantaba más”, no apareció. “Él también está en el tribunal laboral”, explica. Ese día me pidieron que ocupara su lugar en el último minuto. » Afirma haber aceptado bajo la presión de su exjefa, Marie-Laure Mailharro: “Dije que no tenía habilidades, pero tenía que hacerlo. Me corté el dedo con la máquina cortadora. »
Su testimonio esboza una forma de “control”, trato frío y caliente donde “mi pequeño amor” se alterna con la denigración. “Nos trataron como si fuéramos personas horribles”, respira la joven.
Su ex colega, Taïssir, de 23 años, también está ante el tribunal. Ella corrobora sus palabras. “Lo que vivimos no es normal. Los salarios nos mantenían presionados. Nos pagaron tarde, parcialmente. Eran 500 euros, luego 600. Los salarios no eran fijos. » Anna Mugot Walter sostiene que temía por su vivienda debido a esta inseguridad en la remuneración: “Tuve dificultades con el alquiler. »
“Tengo confianza en la justicia”
Marie-Laure Mailharro está de guardia en el interior este sábado, observando la manifestación sindical ante sus puertas. El director de Café Ramuntcho confía en los tribunales: “El caso está ante el tribunal laboral, tengo confianza en los tribunales y tengo un muy buen abogado. Si he hecho algo mal, haré lo que sea necesario. Si tengo algo que pagar, lo pagaré. »
Ella recuerda sus dieciocho años en el trabajo y sugiere que tiene mensajes SMS que desmentirían las acusaciones de los empleados. Ella considera que la reunión es una “intimidación”. Y en las múltiples cartas certificadas de antiguos subordinados y sus consejos de “acoso”.
LAB eligió este ajetreado día a propósito. “A los empleados actuales, pasados y futuros se les dice que no están solos. Notificamos al empleador. Y mandamos un mensaje a todo el sector”, afirma Joana Urruti.
(1) Procedimiento de urgencia, ante los tribunales.
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