«YoLa primera vez que el arquitecto ve al Führer, lo encuentra concentrado en su mesa, limpiando un revólver. De todos los altos dirigentes nazis juzgados en Núremberg, Albert Speer (1905-1981) fue uno de los pocos que escapó a la muerte y el único que adquirió, a través de su arrepentimiento, una forma de humanidad. Mientras los demás reían o amenazaban, el arquitecto encargado por Hitler de construir Germania, la grandiosa ciudad que debía convertirse en la capital del milenario Reich, admitió haber participado en una monstruosa empresa de destrucción.
Para ser sincero y solitario, la confesión no fue completa: el amado delfín de Hitler (a quien uno de sus colaboradores una vez le lanzó: “¿Sabes lo que eres? Eres el amor desdichado del Führer.”) afirmó no haber sido informado de la aplicación de la “solución final”. Nombrado ministro de Armamento en 1942, empleó a miles de esclavos en esa función, incluidos muchos judíos deportados, para llevar a cabo la guerra total exigida por el régimen. Logró parcialmente hacer creer en una inocuidad que no resiste bien el análisis.
Jean-Noël Orengo, autor de “Eres el amor infeliz del Führer”.
Segunda vida
Jean-Noël Orengo decidió reabrir este caso ya bien documentado, no para abrumar al mentiroso, al que Simon Wiesenthal y el propio rabino Geis trajeron su perdón, sino para arrojar luz sobre la injusticia ontológica que gobierna nuestros destinos. Porque Speer nunca dejó de dar que hablar. […] Leer más
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