Obras concebidas para los Juegos de París y expuestas en la capital, el pebetero olímpico y el caballo mecánico atraen a multitudes que llenan las salas, para gran placer de los organizadores.
Frente al Ayuntamiento de París, los visitantes hacen cola para ver a “Zeus”, el caballo mecánico protagonista de la ceremonia de apertura concebido para el evento, expuesto en el patio interior con su traje de jinete hasta el 8 de septiembre.
Entre la multitud que acudió a admirar a “Zeus”, smartphone en mano, Catherine Monteuil se toma un selfie con la estatua mecánica, creada por el taller nantense Blam.
La parisina de 49 años quedó “impresionada” por la imagen “extremadamente poética” del caballo galopando sobre el Sena, que vio en extractos de la ceremonia inaugural.
“La llegada del caballo al Sena y el aluvión de agua hacia el cielo fue algo totalmente inesperado”, coincide Daniel Lejuez, de 67 años, que llegó desde Cherburgo para ver en la cola las pruebas de natación paralímpica.
Para que los visitantes pudieran venir a admirarlo, el Ayuntamiento de París puso en venta 35.000 entradas en línea, que se agotaron en seis horas, según Pierre Rabadan, delegado de Deportes del Ayuntamiento.
Se han ampliado las franjas horarias para ofrecer 8.000 entradas adicionales.
En los Jardines de las Tullerías, el acceso cercano al pebetero olímpico, reservado a los poseedores de entradas (se ofrecen 10.000 entradas diarias), también está completo hasta el final de los Juegos Paralímpicos, lo que hace un total de 270.000 entradas concedidas en los dos periodos de los Juegos.
Cifras que no tienen en cuenta la multitud que se reúne cada noche alrededor del globo iluminado, creado por el diseñador francés Mathieu Lehanneur, para verlo elevarse hacia el cielo.
La ubicación del estanque en las Tullerías, en un «eje histórico» que une el Arco de Triunfo, el obelisco de la Concordia y el museo del Louvre, «también tiene mucho que ver con su éxito», considera Pierre Rabadan, que había sugerido la idea de este emplazamiento, inicialmente previsto en el patio cuadrado del Louvre.
– “Quiero que se quede” –
Un fenómeno que tiene su origen en “la introducción de nuevos ingredientes” de cara a París 2024, explica Éric Monnin, historiador y sociólogo del deporte en la Universidad de Franche-Comté, especialista en Juegos Olímpicos.
«Francia necesitaba potenciar su imagen de marca y lo ha hecho de una forma increíble, valiéndose de su patrimonio», subraya el investigador, también embajador de los Juegos de París.
¿Se convertirán estos elementos en una parte duradera del paisaje parisino, como desea el Ayuntamiento?
Anne Hidalgo, que desea conservar los anillos olímpicos de la Torre Eiffel, propiedad de la ciudad, así como los Agitos de los Campos Elíseos, hasta 2028, también ha expresado su deseo de conservar el pebetero después de los Juegos, pero la decisión final corresponde al Estado, propietario de los jardines de las Tullerías.
El futuro del caballo Zeus todavía es objeto de debate, en particular con la empresa Sanofi, que financió su diseño.
A una de sus admiradoras, Emilie Zanier, le gustaría verlo en un museo porque “es una obra de arte en sí mismo”, explica.
Este parisino aficionado al deporte es más partidario de la idea de “conservar los símbolos para los turistas”.
“Me gustaría que volviera a Nantes, ya que es allí donde se fabricó”, explica Christophe Burriaud, un nantes de 52 años voluntario en los Juegos.
Tal vez la estatua podría primero hacer un “Tour de Francia”, sugiere Bruno Passilly, de 62 años.
Una opción que está sobre la mesa según Pierre Rabadan, ya que varias ciudades francesas han solicitado exponerla, mientras que el traje de la amazona “se expondrá probablemente en el Museo de la Moda del Palacio Galliera” en París.
“Vivimos un momento histórico que transformó a la ciudad, ahora es parte (…) de su historia”, afirma la vicealcaldesa de Anne Hidalgo.
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