(Las Vegas) La industria tecnológica ofrece cada vez más dispositivos dedicados a la salud mental para detectar la ansiedad, prevenir el aumento del estrés e incluso gestionar un ataque de pánico.
Publicado ayer a las 12:24 pm
Tomás Urbano
Agencia France-Presse
Entre las start-ups presentes en este nicho en el salón de tecnología de consumo, que se inaugura el martes en Las Vegas (Nevada), se encuentra la suiza Nutrix, que lanzó cortiSense, capaz de medir el nivel de cortisol, a menudo llamado hormona del estrés.
Un pequeño objeto cilíndrico rematado en una pestaña permite recoger la saliva, sin saliva y sin tubo, que es analizada directamente por el instrumento. Después de unos minutos, los resultados se pueden ver a través de una aplicación móvil.
Un competidor, EnLiSense, utiliza parches que absorben unas gotas de sudor antes de introducirlos en un lector portátil, cuyos datos también se presentarán en una aplicación.
“Hasta ahora no existía ninguna herramienta para controlar (tus niveles) desde casa”, explica María Hahn, fundadora de Nutrix. “Si querías medir (la producción de cortisol), tenías que ir al hospital o enviar muestras. »
En caso de resultados demasiado elevados, Nutrix ofrece contacto con profesionales de la salud para dar una respuesta adecuada mediante consulta.
Maria Hahn ve cortiSense como “una capa adicional” de parámetros, que complementa el ecosistema existente de Nutrix y su plataforma gSense, que recopila datos sobre el sueño, el peso, la actividad física y los cambios en los niveles de glucosa.
Si el objeto será accesible para la compra directa por parte de particulares, el director general ve que el modelo se desarrollará especialmente en torno a las aseguradoras de salud, incluso a las organizaciones públicas, pero también a las empresas.
En esta última configuración, el usuario conservará la propiedad de sus datos personales, pero podrán agregarse con los de otros empleados para observar el nivel de estrés de un equipo o departamento.
Basándose en esta información, “la empresa podría”, por ejemplo, “decidir conceder más permisos”, imagina Maria Hahn.
“Estos dispositivos no administran ningún tratamiento, pero son productos complementarios que pueden ayudar a la detección o al diagnóstico inicial”, observa Julie Kolzet, psicóloga neoyorquina.
Respira contra la ansiedad
El BMind de la empresa francesa Baracoda lleva integrada una cámara capaz de identificar signos de estrés o fatiga y ofrecer, si es necesario, un momento de relajación con imágenes y música relajantes.
CalmiGo va más allá con su pequeño dispositivo, similar en apariencia a un inhalador para el asma, que cabe en la mano y se utiliza en caso de ataque de pánico.
Su jefe, Adi Wallach, quería “crear un producto que se pueda llevar a cualquier parte y que permita calmar (un ataque) sin necesidad de otra persona ni medicación”.
El usuario coloca la boca como si fuera un inhalador y respira a un ritmo definido por señales luminosas. Gracias a la inteligencia artificial, el ritmo definido es específico de cada individuo.
Además de respirar, la máquina, de la que ya se han vendido más de 100.000 ejemplares en Estados Unidos, estimula cuatro de los cinco sentidos, con señales luminosas, una vibración física que también produce un sonido y aromas relajantes para “desprenderse de un estado de ansiedad”.
El proceso activa el llamado sistema nervioso parasimpático, que ralentiza el cuerpo y ayuda a regular las emociones.
CalmiGo llevó a cabo un estudio clínico en veteranos propensos al estrés postraumático (TEPT) en colaboración con el hospital universitario israelí de la Universidad Reichman.
Mostró una reducción de la ansiedad y los síntomas de trastorno de estrés postraumático después de algunas semanas de uso y, según Adi Wallach, algunos pacientes “pudieron suspender su medicación”.
En el CES, los visitantes también se encontrarán con Romi, el pequeño robot de mesa o de cabecera “que muchos en Japón utilizan para calmar su ansiedad y sentimientos de soledad”, según su diseñador, Mixi.
En el vídeo demostrativo, Romi responde con una broma a su frustrada dueña después de una noche de trabajo inútil, le sugiere que vea una película para relajarse y listo.
“Quizás con la aparición de más y más dispositivos en el mercado, más personas se interesarán por la terapia”, imagina Julie Kolzet.
Por otra parte, no cree en la capacidad de un robot y, más en general, de la IA, de responder a las causas profundas de la ansiedad o la infelicidad.
“Los pacientes quieren que alguien los guíe”, dice, “para sentirse comprendidos y en terreno seguro”. No creo que un robot pueda hacer eso. »