El asunto sacude a todos los estratos de la pequeña ciudad de Hagenbuch, en el cantón de Zurich. Mientras vivía en una pequeña granja en las afueras del pueblo, el líder de Junge Tat pidió poder tener un puesto en el mercado navideño, un evento calificado de “pequeño, pero refinado” por los organizadores. El joven de 24 años explica que allí quiere vender bollos de canela y bebidas.
Su petición, sin embargo, suscitó críticas, especialmente por parte de otros expositores. Temen que el partido de extrema derecha aproveche esto para realizar propaganda política. El asunto llegó incluso hasta el Ejecutivo municipal. Este último, sin embargo, dio luz verde a cambio de una promesa: no se distribuirá propaganda en forma de folletos ni de ningún otro material en el stand.
En señal de protesta, 3 de los 14 operadores de stands retiraron su inscripción y el comité organizador también experimentó salidas. “Aquí no hay lugar para el extremismo”, dijo uno de ellos. “Un mercado navideño es un lugar de diversidad y convivencia”, afirma otro en las columnas de “Blick”. Contactado por el diario, el director de Junge Tat no quiso responder.
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