Un arco que une Quebec y Cuba

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La sociedad cubana ofrece a menudo gratas sorpresas que uno descubre ya sea por pura casualidad o a través de un amigo, un bien que debe ser especialmente mimado en Cuba si uno forma parte del restringido club de expatriados.

Este es el caso de Jean Fugère, ex crítico literario de Radio-Canada, que está de visita en Cuba desde hace mucho tiempo. Después de haber acogido durante varios años una casa particular (una casa de alquiler de habitaciones para turistas) en Centro Habana – Digo “animada” porque Jean hizo más que alquilar habitaciones a turistas quebequenses de paso por la capital, les exaltó todos los méritos de esta “maravillosa ciudad de las mil columnas”, según -tal como expresó el escritor Alejo Carpentier e incluso les sirvió de guía en alguna ocasión-, ahora el intrépido periodista emprende otro audaz proyecto: construir un moderno centro para los seguidores de Qi Gong, un arte marcial chino basado en el control de la respiración. Por centro moderno no me refiero a un lugar cerrado hecho de hormigón y vigas metálicas, sino a un lugar abierto, sin tabiques, al aire libre, iluminado por la luz del día. La única estructura será de un material poco utilizado en la construcción, pero abundante en Cuba como en los países asiáticos: el bambú, una “hierba” que crece sin fertilizantes, sin pesticidas y que combina flexibilidad, resistencia, fuerza y ​​flexibilidad. Este proyecto, denominado “Arco de cambios/Arco de Cambios”, será propiedad de la Escuela Cubana de Wushu y Qi Gong para la Salud, que existe desde hace unos treinta años y gestiona unas sesenta escuelas en todo el archipiélago cubano.

Foto Jacques Lanctôt

Esta estructura de bambú tiene la función de sostener una docena de lonas de polietileno de alta densidad para proteger a los participantes de la escuela de los fuertes rayos del sol y la luminosidad cegadora durante su práctica matutina entre las 8:30 y las 11 de la mañana. Actualmente, asisten a clases unas cincuenta personas, el 90% de las cuales son mujeres; pero mejorando las condiciones del colegio, con un buen juego de sombras, un patio más acogedor, una decoración renovada, pretendemos captar nuevos adeptos, especialmente entre los jóvenes.

Jean buscó a dos jóvenes arquitectos-diseñadores cubanos, una mujer y un hombre, que propusieron una estructura en perfecta armonía con los movimientos y el espíritu del Qi Gong. El desafío era operar a menores costos –hola, Roger Taillibert– sin tocar los muros patrimoniales existentes para evitar solicitar autorizaciones y otros permisos costosos y tediosos. Según los dos arquitectos, no se trataba tanto de un proyecto arquitectónico como de unaambientaciónes decir “inventar un diseño arquitectónico que respete las necesidades de los profesionales”.


Foto Jacques Lanctôt

Por ello, los dos arquitectos partieron en busca del mejor bambú, ya que existen decenas de variedades. Y el que descubrieron en el Jardín Botánico de la ciudad de Cienfuegos se adaptaba perfectamente a las necesidades del proyecto. Fue entonces necesario cortar este bambú, transportarlo en camión hasta La Habana y darle tratamiento contra el moho.

¿Pero con qué dinero? A Jean no le faltaban municiones. Este noble proyecto que tanto le entusiasmaba se asoció con el Instituto Qi Gong de Quebec que acordó, tras una recaudación de fondos y varias donaciones, pagar ocho mil dólares americanos a su homólogo cubano, una suma muy modesta, pero que permitió completar la primera fase del proyecto. Un hermoso gesto de solidaridad. Para Jean, era su manera de devolverle a Cuba lo que Cuba le había dado, un soporte vital que nunca encontró en ningún otro lugar, mientras todo parecía derrumbarse a su alrededor.


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Foto Jacques Lanctôt

¿Por qué un arco? El arco es un punto de encuentro entre dos pilares, entre Quebec y Cuba, por ejemplo. Además, el arco está omnipresente tanto en La Habana como en el mismo lugar donde se ubica la escuela. Teniendo esto en cuenta, los arquitectos prefirieron una estructura arqueada en lugar de una estructura plana. Es también una forma de elevación a la que aspiran los alumnos que vienen a recargar pilas y sanarse en familia.

(Continuará)

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