Esta es una de las áreas donde la inteligencia artificial puede resultar muy útil. En Onex (GE), la clasificación de residuos se realiza bajo estrecha vigilancia. Desde septiembre de 2022 se ha instalado una cámara en el camión de basura de la carretera. Cada vez que el contenedor se llena, se toma una fotografía del contenido. La instantánea se transmite en vivo a una IA que la analiza para determinar si la carga contiene residuos no conformes. El desafío: identificar los contaminantes en los residuos orgánicos, porque si estos últimos están contaminados no pueden transformarse en fertilizante. Otro objetivo: orientar mejor las operaciones de sensibilización de la población.
“Buscamos así mejorar la calidad de la recogida”, explica Aline Joliat, responsable de la gestión estratégica de residuos en el departamento operativo de la ciudad de Onex. En su oficina, en el Centro de Carreteras Intercomunales ubicado en Bernex, revela las fotografías procesadas por AI. “Aquí vemos que una botella de PET fue arrojada entre los residuos orgánicos. Ahí, una bolsa negra”.
En otra página se listan los resultados del día, mes, etc. A su lado, Rémy Jaffray, director de Pôlebio energies SA, explica que “para lograr un ritmo de recuperación satisfactorio, debemos trabajar en sentido ascendente. Hay que actuar antes de que los residuos vayan a la trituradora y el plástico acabe triturado y mezclado con los biorresiduos.
En el marco de la futura ley está previsto que la clasificación sea obligatoria. Debe reforzarse el principio de que quien contamina paga. “Pero es difícil localizar el origen de la contaminación”, afirma Rémy Jaffray. Aquí es donde entra la IA. En el ordenador de Aline Joliat, un mapa muestra puntos verdes, naranjas y rojos. Suficiente para identificar las direcciones donde la colección contenía elementos no deseados y determinar el edificio o empresa que no está haciendo todo bien.
¿Para castigarlos? “Primero, formarlos mejor”, añade Aline Joliat. “La comunicación pública en general no funciona muy bien. Con una comunicación dirigida por edificio o vecindario, podemos adaptar el mensaje y medir el progreso”. El siguiente paso consiste en equipar los contenedores con chips electrónicos para conocer con mayor precisión los lugares problemáticos. Y, en última instancia, pasar a las sanciones financieras. Porque una mala clasificación es costosa para el planeta, pero también para las comunidades.
“Nuestro objetivo era probar métodos de detección de la calidad de la clasificación de los residuos”, afirma Zoé Cimatti, responsable del sector de residuos del Departamento Territorial (DT). “El 33% de los residuos quemados en Cheneviers son residuos orgánicos recuperables”, explica el DT. De ahí la creación de dos proyectos piloto financiados por el Cantón. Uno en la ciudad de Ginebra y Carouge y el otro en Onex.
El 2 de diciembre se presentarán los resultados onesianos a los municipios. “¡Son libres de adoptarlo!”, afirma Aline Joliat. Para ellos, la cuestión también es financiera, ya que el coste de procesamiento por tonelada es de 234,50 francos (sin IVA) en Cheneviers, frente a 161,56 francos por tonelada en el centro de recuperación de residuos verdes del cantón en Châtillon.