Pensiones y deuda, un desafío combinado

Pensiones y deuda, un desafío combinado
Pensiones y deuda, un desafío combinado
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Con el nuevo gobierno apenas formado, la cuestión de las pensiones vuelve a ser noticia por la puerta equivocada: la de la controversia política. El verdadero debate no debería girar en torno a la abolición, o no, de la reforma del Borne, que no proporciona una solución duradera a los desafíos demográficos y financieros, sino que se refiere a la proporción que representan las pensiones en el déficit público.

Con 338 mil millones de euros en 2023, constituyen casi una cuarta parte del gasto público. Pese a ello, según las “proyecciones” proporcionadas por el Consejo de Orientación a las Jubilaciones (COR), órgano rector dependiente de Matignon, su saldo habría sido positivo de 3.000 millones de euros en 2023 y se convertiría en un déficit de 5.800 millones en 2024. Pero, En los últimos años, diferentes personalidades, entre ellas el Alto Comisionado para la Planificación François Bayrou, el ex Primer Ministro socialista Bernard Cazeneuve, el profesor Rémi Pellet, miembro del Consejo de las Deducciones Obligatorias, o el ex Inspector General de Finanzas y Director General de Impuestos Jean- Pascal Beaufret, han echado por tierra estas previsiones optimistas. De sus diversas intervenciones se desprende que el déficit anual real de pensiones ronda los 70 mil millones de euros al año. Y así aumenta peligrosamente la deuda pública: “De 2012 a 2017, las pensiones contribuyeron a un déficit de 434 mil millones de euros, o el 78% del déficit del período”escribe Beaufret, en un artículo publicado por la revista Comentario.

En teoría, en un sistema de reparto, las pensiones de jubilación pagadas a las personas mayores deberían financiarse mediante contribuciones gravadas sobre los activos. Pero la realidad francesa es mucho más compleja. Como observa además Jean-Pascal Beaufret, las cotizaciones en realidad sólo cubren el 66% del total de las pensiones. El resto lo financian el 14% mediante impuestos transferidos y, hasta el 20%, por el Estado, sus operadores (en particular, las empresas públicas), las autoridades locales, los hospitales públicos y otras ramas de la protección social. Los regímenes de funcionarios se benefician así de 49 mil millones de euros, en forma de contribuciones adicionales; otros regímenes especiales, de 8.000 millones de euros; y el Régimen General de los Trabajadores del Sector Privado (CNAV) de 18.000 millones de euros mediante exenciones de cotizaciones y transferencias de otras ramas de la Seguridad Social (familia y desempleo).

Recordemos que la CNAV gestiona 22,3 millones de cotizantes activos y 15,3 millones de pensionistas, mientras que los regímenes especiales, incluidos los funcionarios, agrupan a 4,5 millones de cotizantes activos y 4,4 millones de pensionistas. La proporción de subvenciones concedidas a estos últimos (57 mil millones de euros en total) es, por tanto, considerable en proporción al número de pensionistas.

El disfraz del Estado de las subvenciones como pseudocontribuciones también conduce a aberraciones. Así, el subsidio de equilibrio al sistema de pensiones de jubilación civil y militar se calcula a razón del 98% de los salarios, mientras que para los empleados privados, la tasa de cotización vigente (¡muy real!) es del 28%.

Estos artificios ocultan una verdad inquietante: contrariamente a lo que afirma la doxa oficial, una gran parte del sistema de jubilación francés –el más caro– no funciona con el sistema de reparto. “Hablar de un sistema de jubilación también es engañoso, porque los sistemas difieren tan profundamente entre sí que tenemos que hablar de varios sistemas que coexisten”explica la asociación Sauvegarde Retraites. “Los de los funcionarios ni siquiera pueden calificarse de planes de jubilación: en realidad son salarios vitalicios, financiados por impuestos y cuyo nivel está garantizado por el Estado en un mínimo del 75% del salario final, independientemente de las cotizaciones, que son ficticios. »

Debemos estar agradecidos a Jean-Pascal Beaufret por haber hecho sonar la alarma. A falta de una reforma fundamental, la deuda pública seguirá galopando y las nuevas generaciones tendrán que pagar los intereses, financiando al mismo tiempo las jubilaciones de los mayores y el coste previsible de la vejez. ¡Un verdadero desafío!

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