El presidente ultraliberal argentino Javier Milei defendió el domingo su primer presupuesto, reafirmando el objetivo sacrosanto de un “déficit cero” y advirtiendo que opondrá su veto presidencial “a todos los proyectos de ley” que amenacen este equilibrio, en un contexto de rápida desaceleración de la inflación.
“Vetaremos cualquier proyecto que amenace el equilibrio presupuestario”, declaró Javier Milei ante las cámaras mixtas del Parlamento, con las que el Ejecutivo ha mantenido en las últimas semanas varios intercambios -con distinto éxito- para sacar adelante leyes.
En su discurso, que parecía una conferencia de economía, Milei no estableció un objetivo específico para 2025, pero reafirmó su mantra de presupuestos equilibrados, insistiendo en que “no hay nada, nada más empobrecedor para los argentinos que el déficit presupuestario”.
Tras su discurso, varios medios de comunicación publicaron, citando fuentes oficiales, un documento presentado como proyecto de ley de presupuesto, en el que se fija como objetivo del Gobierno un crecimiento del +5% para 2025, tras una recesión del -3,8% en 2024, y una inflación en 2025 del 18,3%, tras el 104,4% previsto para finales de 2024.
A pesar de una desaceleración en los últimos meses, la inflación al final de agosto se situó en 236,7% en 12 meses, una de las más altas del mundo.
Y en su último boletín de expectativas de mercado, el Banco Central esperaba en agosto una inflación cercana al 123% al final del año.
El presidente argentino anunció un proyecto de ley que pretende cambiar “para siempre” la forma de elaborar un presupuesto: “El déficit siempre fue el resultado de pensar primero cuánto gastar y luego cómo financiarlo. Nosotros vamos a hacer lo contrario, pensar primero cuánto necesitamos ahorrar y luego ver cuánto podemos gastar”.
– Próximo enfrentamiento en la universidad –
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Se trata de la primera vez que un presidente presenta en persona el presupuesto ante el Parlamento, una tarea que habitualmente recae en el ministro de Economía. Un gesto “histórico”, comentó el propio Milei. Normalmente, el jefe de Estado sólo se dirige al Parlamento con ocasión de su toma de posesión o durante la apertura anual de la sesión parlamentaria.
Este gesto simbólico se produce en el contexto de repetidos enfrentamientos en las últimas semanas entre el ejecutivo y el Parlamento –donde el pequeño partido libertario de Milei es muy minoritario– para avanzar con diversos proyectos de ley o decretos.
Logró puntos, como cuando el Parlamento validó su veto a la recuperación del poder adquisitivo de las pensiones, un tema muy sensible pero que, según él, habría puesto en peligro las finanzas del Estado.
Sin embargo, el Parlamento rechazó su decreto sobre un paquete de 1.000 millones de pesos (102 millones de dólares) de “fondos reservados” –es decir, sin justificación– para la SIDE (la agencia de inteligencia). Un desaire sin precedentes en 18 años de este mecanismo de control parlamentario sobre los “decretos de emergencia”.
Otra batalla se avecina, sobre la financiación de las universidades: el Senado aprobó el viernes una ley, por iniciativa de la oposición, que declara una “emergencia presupuestaria” para las universidades y establece un ajuste por la inflación y una revalorización de los salarios docentes.
“Veto total”, prometió inmediatamente Javier Milei en su cuenta X, augurando un nuevo enfrentamiento.
El jefe de Estado se dirigió el domingo a una cámara medio vacía, mientras muchos parlamentarios de la oposición decidieron ignorar el discurso “preparado”.
“Milei se ha convertido en un disco rayado”, denunció Axel Kicillof, gobernador peronista (centroizquierda) de la provincia de Buenos Aires, considerado a menudo uno de los pocos opositores con perfil presidencial.
“Lejos de ser nuevo, lo que él (Milei) está haciendo es más viejo que Matusalén. Es la receta más estúpida y más trillada de la ortodoxia económica (…) cuando se trata de poder: reducir todos los presupuestos excepto uno, el pago de la deuda”, afirmó.
En nueve meses en el poder, Milei ha aplicado una austeridad draconiana –“el mayor ajuste de la historia de la humanidad”, según volvió a proclamar el domingo– que ha hecho que la inflación descontrolada (211% en 2023) se desacelerara gradualmente hasta alrededor del 4% mensual, pero a costa de una fuerte recesión y una caída de la actividad y del consumo.
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