Decenas de miles de trabajadores de Boeing iniciaron el viernes una huelga sin precedentes en dieciséis años, bloqueando la producción, especialmente en su base de operaciones en la costa noroeste de Estados Unidos.
La huelga se inició tras el rechazo masivo del proyecto de nuevo convenio colectivo, negociado desde marzo por Boeing y la sección local del sindicato de maquinistas (IAM) y que debía sustituir al de 2008 que expiraba a medianoche del jueves.
Los más de 33.000 miembros del sindicato del fabricante de aviones en el área de Seattle –de un total de 170.000 empleados– rechazaron el acuerdo anunciado el 8 de septiembre en un 94,6% y aprobaron la huelga en un 96%, según Jon Holden, presidente de IAM-Distrito 751.
También anunció una demanda contra Boeing ante la agencia federal de leyes laborales (NRLB) por prácticas desleales durante las negociaciones. La última huelga, en 2008, duró 57 días.
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Ante el descontento de los diputados, el señor Holden declaró, no obstante, que no podía “garantizar que obtendremos más con la huelga”.
La huelga ha paralizado las dos principales plantas de ensamblaje de Renton y Everett, que producen el exitoso 737 MAX, el 777 y el 767 (versiones de carga y avión cisterna militar), cuyas entregas ya están sufriendo retrasos.
También se ha detenido la producción en otros sitios, incluida una planta de repuestos en la cercana Portland, Oregón, así como la remanufactura de docenas de 787 Dreamliners que se ha estado llevando a cabo en Everett durante varios meses.
Sin embargo, el montaje del Dreamliner no se ve interrumpido en esta fase porque la fábrica está situada en Carolina del Sur (este) y no se ve afectada por este convenio colectivo.
“La huelga afectará la producción, las entregas y las operaciones, y amenazará nuestra recuperación”, dijo el director financiero de Boeing, Brian West, el viernes por la mañana en una conferencia organizada por un banco.
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