Cada vez hay menos estudiantes en las escuelas de ingeniería: por qué es preocupante

Cada vez hay menos estudiantes en las escuelas de ingeniería: por qué es preocupante
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Las reformas del bachillerato y del DUT son especialmente importantes, en un momento en el que Francia necesita aumentar el número de ingenieros en actividad.

Las cifras son claras: el número de estudiantes que ingresaron en las escuelas de ingeniería disminuyó el año pasado. Según el Ministerio de Educación Superior e Investigación, al inicio del año académico 2023/2024 (el último para el que hay datos consolidados disponibles), disminuyó un 11,5%, pasando de 47.745 a 42.239.

El problema es la reforma del DUT (diploma universitario de tecnología), que, tras la reforma aprobada en 2021, se convirtió en el «bachillerato universitario de tecnología», con una duración de formación de tres años. En el curso 2023/2024, los estudiantes continúan automáticamente sus estudios durante un año más antes de intentar cursar estudios de ingeniería: 3.900 menos llegan a la escuela y su porcentaje disminuye del 17 al 10% entre los estudiantes de estas escuelas.

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Incluso podría, más allá de este efecto cíclico, tener consecuencias a más largo plazo. Si las escuelas se conforman con tener perfiles mejor equipados, con tres años de estudios post-bachillerato, como en Alemania,

“La cuestión es si esto durará. El objetivo de la reforma es que los estudiantes se incorporen al mercado laboral al final de la BUT. Sin tener las cifras definitivas, la reacción desde el terreno es que no todos se irán, sino que las escuelas de ingeniería no volverán a los flujos que conocían”, explica Emmanuel Duflos, presidente de la CDEFI (Conferencia de Directores de Escuelas de Ingeniería Francesas).

La reforma del bachillerato ha vaciado la plantilla

El CDEFI señala también que la demografía juega en contra de las escuelas y que el número de titulados de secundaria disminuirá. Pero sobre todo, serán menos: cada vez menos los que tienen un perfil científico, debido a la reforma del bachillerato implementada en 2018, a propuesta del ex ministro de Educación Jean-Michel Blanquer.

En principio, se pretendía que los estudiantes pudieran especializarse, eligiendo las materias principales que querían estudiar. Pero la consecuencia es que ahora son muchos menos los que estudian ciencias de manera integral. “Hemos perdido polivalencia para todos”, explica Mélanie Guenais, profesora de matemáticas en la Universidad de París-Saclay y representante del colectivo Maths & Sciences.

El colectivo calcula que el número de titulados en ciencias ha disminuido a raíz de la reforma, pasando de casi 200.000 en 2020 a menos de 100.000 en 2022. Su porcentaje sobre el total de titulados ha pasado de más del 50% a menos del 40% en dos años.

“El colapso no tiene precedentes durante la Quinta República. En términos de cifras, hemos retrocedido de 20 a 30 años de golpe”, explica.

Perfiles de nivel inferior y menos diversificados

Las chicas se ven más afectadas por esta reforma: su porcentaje de bachilleres científicos pasa del 30% al 17% y, de hecho, tienen menos posibilidades de elegir una opción exclusivamente científica. El impacto social de la reforma en las filas de los futuros ingenieros es importante, insiste Mélanie Guenais: algunos jóvenes estudiantes de secundaria que no hayan elegido las opciones adecuadas se verán bloqueados y sólo aquellos que ya estén decididos a seguir una carrera científica y sean conscientes de la necesidad de centrarse en las matemáticas, la física y la formación profesional en el instituto serán aceptados en la formación de ingenieros.

“Queríamos hacer las matemáticas menos elitistas, pero las acciones van en sentido inverso, ya que las estamos convirtiendo en un nicho para los iniciados”, subraya el matemático.

Además, la pérdida de competencias en la enseñanza secundaria conlleva automáticamente una prolongación de la enseñanza superior, ya que es necesario “recuperar”, cuando todavía es posible, los conocimientos no adquiridos en la enseñanza secundaria, lo que penalizará a los estudiantes más precarios.

El nivel medio también podría bajar, ya que si seguimos llenando las clases preparatorias, el número de alumnos en la escuela después de estas clases preparatorias también ha bajado el año pasado.

“La disminución del número de alumnos procedentes de las clases preparatorias no es muy evidente: en teoría, se trata de la élite de los estudiantes, pero es probable que haya una pérdida de origen entre los alumnos que llegan a las clases preparatorias”, subraya Mélanie Guenais.

Aboga por un retorno puro y simple a la reforma del bachillerato, menos costosa según ella que cualquier reforma de los itinerarios de la enseñanza superior.

Se requieren 15.000 ingenieros adicionales por año

Los retos son importantes: el sector, tanto en el marco de la transición ecológica como de los cambios profundos en el ámbito digital, debe contratar perfiles especializados y cada vez más numerosos. En la construcción, el transporte y los vehículos o la producción de electricidad, los fabricantes tendrán necesidades muy importantes.

“En Francia formamos a unos 45.000 ingenieros al año; necesitamos 20.000 más al año para lograr estas transiciones”, explica Michel Kahan, presidente de la organización Syntec-Ingéniérie, que representa al sector.

Denuncia la importancia de la formación inicial en los cursos. “Hay cosas que se están recuperando, pero en el sistema francés, lo que haces a los 18 años todavía tiene un peso muy fuerte. La reforma del bachillerato da libertad de elección, pero para ir a la escuela hay que haber hecho una clase preparatoria y, por tanto, una formación científica en el instituto”, afirma.

Los profesionales también temen que la ayuda a la formación en empresas, que ha permitido aumentar el número de estudiantes formados en empresas, esté próximamente en la mira de Bercy para ahorrar dinero. Syntec-Ingéniérie estima que un euro invertido en ayudas aporta 1,09 euros a las finanzas públicas a largo plazo. En la OFCE, el economista Bruno Coquet ha estimado el coste para el Estado en 20.000 millones de euros en 2022.

El CDEFI, por su parte, denuncia la presión ejercida sobre la inmigración, en particular en la última ley en la materia, así como la reducción de la financiación. “Hay que crear condiciones favorables de acogida para los estudiantes extranjeros y diversificar los canales de contratación. Y necesitamos medios de actualización, mientras que la financiación se estanca o disminuye. Hay una incoherencia entre los objetivos y la gestión de la inmigración y los presupuestos”, concluye Emmanuel Duflos.

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