Dime qué comes y te diré de dónde vienes… ¿A la sugerencia de “ketchup y bagel”? La persona promedio asumiría que se trata de un consumidor estadounidense o británico. Pero los historiadores no se apresurarían tanto. El origen de los alimentos es, de hecho, un tema complejo y a menudo debatido, recuerda National Geographic.
Tomemos como ejemplo el bagel. Algunos dicen que el primero se elaboró en Cracovia, Polonia, en 1610. Otros dicen que su origen se encuentra en Viena, Austria. Es posible que haya aparecido a finales del siglo XVII… o tal vez incluso provenga del término alemán obwarzanek, que se remontaría al siglo XIV.
En cuanto al kétchup, algunos argumentarían que no se originó ni en Estados Unidos ni en Inglaterra. Y, sin embargo, el origen de la salsa básica de nuestras papas fritas y hamburguesas se remonta a una salsa de pescado fermentada del sudeste asiático, el “ke-tsiap”. Cuando llegó a Europa, los cocineros británicos reemplazaron el pescado fermentado con vinagre y anchoas para imitar el sabor original. Con el tiempo, los tomates se convirtieron en el ingrediente principal y se agregó azúcar para crear el condimento dulce y ácido que asociamos con la cocina estadounidense actual.
A pesar de estos cambios en la receta, el nombre se ha mantenido (casi) intacto, pero su historia original ha desaparecido de la memoria. Sin embargo, el kétchup y los bagels no son los únicos platos que siguen engañando a nuestra imaginación colectiva. Cuando analizamos sus orígenes, revelan otra parte de la historia de la globalización.
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