Slam, música, literatura: Gaël Faye, galardonado el lunes con el premio Renaudot, es un artista con múltiples talentos, cuyo trabajo no deja de volver a las heridas de Ruanda.
“Estamos coronando a un slammer, a un rapero y también a todo su trabajo como músico y como novelista”, comentó Frédéric Beigbeder, miembro del jurado. “Es importante porque a menudo se critica a los premios literarios por tener anteojeras en un mundo cerrado”.
“No puedes entender lo que hago en literatura si no escuchas mi música. Todo responde entre sí”, dijo Faye en el restaurante Drouant de París, donde recibió su premio.
Todo le sonríe a este joven por su apariencia, que no aparenta sus 42 años, y cuya altísima estatura y sus gestos amplios y precisos recuerdan a los de un jugador de baloncesto. Un deporte que practicó mucho en su juventud. A la pelota naranja, luego a una carrera en finanzas que truncó, prefirió sin embargo el micrófono, la mesa de mezclas y el bolígrafo.
Su primer álbum en solitario, “Pili-Pili sobre un croissant de mantequilla”, lo reveló en 2013. Le seguirá una Victoire de la musique (revelación escénica) en 2018 y otro disco, “Lundi villain”, en 2020.
En 2016, su primera novela, “Petit pays”, llegó a la final del Premio Goncourt, derrotada por Leïla Slimani. Se vengó con Goncourt de los estudiantes de secundaria.
En 2024, el segundo, “Jacaranda”, era uno de los favoritos de los jurados de los premios literarios. Se unieron los lectores, no sólo los fans de su música sino también los fans de la literatura contemporánea.
“El éxito depende de la gracia del hombre. Hay tanta sinceridad, tanto magnetismo…”, según Olivier Nora, director de su editorial Grasset.
– “Palabras de apaciguamiento” –
En la obra literaria, la pluma está tan alerta como serios los temas. Imposible romper con el genocidio que devastó Ruanda, el país de su madre tutsi, en 1994.
“La primera vez que comencé a cantar fue durante las conmemoraciones del genocidio. Tenía 15, 16 años. Nos dijeron: escribamos textos entre dos testimonios”, dijo a la AFP en septiembre.
“Cuando alguien acaba de contar su terrible experiencia, lo único que podemos hacer es decirle palabras tranquilizadoras. Esta ha sido siempre mi manera de hacer las cosas”, añadió.
Sobre el genocidio, Gaël Faye, de nacionalidad francesa y ruandesa, no pierde la oportunidad de aconsejar la lectura, por un lado, de los testimonios de los supervivientes y, por otro, de los libros de historia más recientes. Tantas obras que no tienen la distribución de la suya.
Su literatura y las letras de sus canciones adoptan otro enfoque para representar esta Ruanda donde vive hoy. Indirectamente adoptan el punto de vista de los traumatizados.
Así, el narrador de “Petit pays” creció en Burundi, como el autor, mientras que el narrador de “Jacaranda” nació en Francia, antes de partir a Kigali para estudiar la justicia posgenocida.
En este Renaudot, el escritor ve “la posibilidad de que la historia siga circulando, que vaya a lugares donde quizás no estaba previsto y eso es lo que deseo para esta novela, porque creo que lleva dentro de sí una historia que tiene un carácter educativo”. valor, también para nuestro presente”.
– Ambición –
La exigente crítica literaria francesa ha sido mixta sobre la calidad de estas novelas, su estilo y su construcción. No se trata del ajuste entre el autor, su tema y su audiencia.
“Un producto literario bien hecho”, donde “el joven adulto que reconstituye su infancia la hace mucho más coherente de lo que seguramente era”, afirmó “Petit Pays” en Attendant Nadeau, una importante revista literaria en línea.
“Su texto es eficaz, generoso, envolvente. Muestra las lagunas, pero las llena”, juzga Le Monde sobre “Jacaranda”. El diario estima que “el lenguaje es fluido, pero no ofrece sorpresas”.
Sin duda la pluma literaria de Gaël Faye, un artista que multiplica los canales de expresión, todavía tiene áreas por explorar.
“Cuando llegué a Grasset les dije: considérenme como un autor, no como el rapero que escribe novelas”.
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