La semana pasada llegó al streaming Jurado Nº 2la última película dirigida por Clint Eastwood. El drama judicial liderado por Nicholas Hoult, Zoey Deutch y Toni Collette, se ha convertido en una de las favoritas de 2024 gracias a sus críticas positivas y su potente historia.
La historia gira en torno a un hombre que es convocado para integrar un jurado en un juicio por asesinato. Sin embargo, a medida que la trama avanza, el protagonista descubre que podría estar mucho más involucrado de lo que cree.
Tras su estreno en la plataforma máx.la película ya se ha convertido en uno de los títulos más vistos. Y no solo porque no llegó a las salas de cine, sino porque se trata de un thriller lleno de tensión, giros inesperados y profundas reflexiones morales, con un final que se quedará contigo, aún después de verlo.
¿Qué pasa al final de Jurado Nº 2?
La historia de Jurado N°2 sigue a Justin Kemp (Nicholas Hoult), un hombre aparentemente común que es llamado a cumplir con el deber cívico de ser jurado. Como muchos, no está emocionado con la idea, sobre todo porque su esposa Allison (Zoey Deutch) transita un embarazo de alto riesgo y su fecha de parto está cerca. Sin embargo, acepta su rol en el juicio de James Michael Sythe (Gabriel Basso), acusado de asesinar a su novia Kendall (Francesca Eastwood). Lo que Justin no espera es que, al escuchar los detalles del caso, comience a sospechar que él mismo podría ser responsable de la muerte de Kendall.
Esa noche fatídica, Justin salió del bar donde James y Kendall fueron vistos por última vez discutiendo. Mientras conducía, golpeó algo con su auto. Pensó que era un ciervo, pero la duda lo atormenta: ¿y si fue Kendall? Como alcohólico en recuperación, Justin se enfrenta a su pasado, marcado por arrestos por conducir bajo los efectos del alcohol. Consulta a su padrino de Alcohólicos Anónimos y abogado, Larry (Kiefer Sutherland), quien le aconseja guardar silencio. Larry le asegura que confesar solo complicaría su situación y podría enfrentarse a cargos de homicidio involuntario.
Para Justin, ser un jurado imparcial es prácticamente imposible. Mientras el resto de los miembros debaten sobre la culpabilidad de James, comienzan a surgir tensiones debido a la falta de pruebas concluyentes y los prejuicios hacia el acusado, quien tiene un pasado como miembro de una pandilla. Justin, incapaz de soportar la presión, intenta influir en el veredicto para protegerse, pero esto solo lo hunde aún más en el dilema moral.
En tanto, la fiscal Faith Killibrew (Toni Collette), quien lideró la investigación y se juega su carrera en este caso, también empieza a sospechar que algo no cuadra. A través de pistas dejadas por Harold (J.K. Simmons), un jurado expulsado por investigar por su cuenta, Faith comienza a conectar los cabos sueltos. Así llega a Allison, la esposa de Justin y dueña del auto que él conducía esa noche. Aunque ninguna de las dos sabe que sus historias están vinculadas, Faith comienza a dudar.
Finalmente, Justin toma la desesperada decisión de convencer al jurado de que James es culpable. El veredicto es emitido y James es condenado a cadena perpetua por el asesinato de Kendall. Pero el alivio de Justin es temporal. Poco después del nacimiento de su hija, asiste al juicio de condena de James, donde Faith lo ve y finalmente conecta los puntos. Afuera del tribunal, lo enfrenta. Aunque Justin no admite nada directamente, deja entrever que revelar la verdad destruiría tanto su vida como la reputación de Faith, ahora fiscal de distrito.
El final de Jurado Nº 2 deja un sabor agridulce, y con un golpe de suspenso. Mientras Justin disfruta de su vida junto a su esposa e hija, Faith aparece en la puerta de Justin, sugiriendo que ha decidido priorizar la justicia sobre las consecuencias personales. Aunque la película no muestra qué sucede después, el mensaje es claro: las acciones tienen consecuencias, y Justin tendrá que enfrentar las suyas.
Aunque Eastwood trata de no hacer conjeturas morales, la película deja en claro que, en más de una oportunidad, la verdad siempre encuentra su camino y sale a luz. Y que aquellos que cometieron un crimen, intencional o no, deben afrontar las consecuencias.
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