
O más bien reyes como Monir e Ish Aït Hamou, los directores de la película BXL que decidieron ofrecer a su ciudad lo que le faltaba: autenticidad. Aclararé desde el principio mencionando la autenticidad cinematográfica a través de dos prismas: la historia y la imagen.
Una perspectiva sociológica sobre Bruselas, autenticidad cinematográfica
En primer lugar, no se trata de una crítica cinematográfica, sino más bien de una perspectiva sociológica sobre temas que el séptimo arte a menudo ha omitido a la hora de describir nuestra bella capital. Esta película, aunque imperfecta como cualquier ópera prima, es sobre todo una invitación a explorar temas que a menudo se descuidan al describir nuestra capital.
Una capital cuya voz a sus habitantes ha sido muchas veces confiscada. No volveremos a las arriesgadas obras anteriores en la gran pantalla que intentaron hacer de Bruselas una mini Nueva York que retoma las fantasías, o incluso un lugar donde la convivencia es imposible, o incluso una zona sin ley. Desde el principio, seguimos una ruta conocida por todos donde el joven Karim, a bordo de su bicicleta, hace un pedido en Bilo (el snack bar de personas reales) para llevárselo a su amigo Fouad, el protagonista de la película, en una torre de los 5 Bloques pasando por lugares míticos de la Capital.
Además, un pequeño guiño de los autores que mezclan estética y significado político: una serie de apariciones mediáticas de políticos que literalmente “escupen” a Bruselas y sus comunidades acompañan el viaje de Karim con cero emisiones de carbono con el telón de fondo de Brel. Maestro.
El simbolismo ocupa un lugar central en esta obra, encarnando plenamente la promesa del cine: estimular nuestra imaginación e invitarnos a ver más allá de las imágenes. Y podemos decir que la apuesta ha dado sus frutos: nuestra mente es desafiada, excitada, despierta a lo largo de este viaje cinematográfico. Dos símbolos en particular llaman la atención (quizás también la tuya) en esta aventura humana.
El primero, el lavadero, vuelve como un leitmotiv con su ciclo inmutable, destacando los momentos clave de la película. Lejos de una narrativa lineal, la historia forma parte de una serie de bucles, de nuevos comienzos, que evocan este perpetuo reinicio de la vida.
La segunda, la puerta del apartamento social de Fouad, Tarek y su madre, se convierte en un poderoso elemento simbólico. Su dificultad para ser reemplazada –por razones que descubrirás o tal vez hayas adivinado– la convierte en una verdadera prisión metafórica. Ella encarna el confinamiento, la opresión y esta tenue frontera con otro mundo, uno que requiere una inmensa resiliencia para alcanzarlo. Sólo nos queda esperar que el ascensor no se estropee para superar este obstáculo.
Inmersión en los Cinco Bloques
El alcance de la película no es trivial; Al filmar en el legendario distrito de Chicago con Five Blocks como epicentro, la experiencia de la película será de inmersión pura a diferencia del Dansaert Fashion District, sus nuevos cafés… y nuevos ciclistas. Lejos de porno pobreza que dicta los intentos narrativos de los burgueses que se sumergen en ambientes pobres mientras buscan absolutamente estetizar el crimen y la pobreza, BXL ofrece una descripción que se invita al espectador en un matiz natural sin exagerar. La pobreza, la precariedad, las difíciles condiciones de vida y la falta de servicios contribuyen a esta historia; no lo institucionalizan.
Una galería de personajes auténticos, visibilidad necesaria
Los personajes tampoco se desvían de esta regla de autenticidad, que podría sospecharse que es el criterio principal para seleccionar a los actores y actrices presentes. Una representatividad en la imagen de la ciudad, donde los personajes exigían una lectura del guion y condiciones para no reproducir estereotipos ni participar de un cliché más sobre BXL. Además, la presencia de actores de habla holandesa sirvió como recordatorio de que nuestra Región es bilingüe, aportando una importante contribución cualitativa. Digámoslo, un verdadero intercambio.
También podemos saludar la lucha contra la invisibilidad de las personas racializadas y de las mujeres musulmanas. Las personas racializadas no son tokens ni papeles secundarios, siguen y transmiten su realidad. Las mujeres son guerreras, no sumisas. Ya sea la madre que sube las escaleras cuando el ascensor está averiado, educando a sus hijos con dignidad, o la madre que lleva un pañuelo en la cabeza, lejos de historias a menudo dominadas por perspectivas externas presentes en el feminismo, el patriarcado o desconectadas de las realidades locales, la autorrealización. La determinación y la autodefinición gobiernan la historia. Además, un pequeño dato importante: Bruselas es la segunda ciudad más cosmopolita del mundo, con un 60 y algo por ciento de habitantes de origen extranjero. ¿Cómo, entonces, era posible todavía imaginar un casting donde la narrativa no pudiera adaptarse a la mayoría?
Héroes ordinarios y riqueza humana.
Finalmente, el tema del amor es central. Ya sea en una familia monoparental, en una sala de lucha libre, en un lavadero, en un coche, en un café… adopta diferentes formas pero responde a una necesidad; el de amar y sentirse amado. La calle tiene sus héroes –en inglés hablamos de héroes anónimos– que el establishment no necesariamente reconoce. Los hermanos mayores no son los locos de los que hablamos ni los inútiles desertores. Son los héroes que coexisten y complementan a las heroínas de estos barrios los que llevan a la juventud a la cima.
Allí se describe plenamente la vulnerabilidad, al igual que las fragilidades que hacen que un individuo sea complejo. Corolario del amor, la ira también se describe allí. La inmigración o la feminidad no son sólo las categorías discriminadas presentes en la película porque gran parte se deja a la salud mental, el trauma, la ansiedad. Una experiencia colectiva de ira ante la injusticia presente en la escuela, en la calle, en las manifestaciones y especialmente ante la Policía donde el lema #JusticeForMehdi adquiere todo su significado para no olvidar nunca.
Una conclusión digna de Bruselas
Me encantaría desarrollar más pero tengo miedo de estropeártelo, pero ten por seguro una cosa: no te decepcionarás porque o eres de Bruselas y te dirás que por fin tienes la historia que eras. esperando (y seré crítico con algunos detalles de Bruxellois.es pero eso lo discutiremos tomando un buen té) o no y, créanme, tendrán una primera visión sincera –oscilando entre metáfora y documental– de lo que es nuestra Capital. tiene para ofrecer.
Bruselas necesitaba su postal cinematográfica. Con ‘BXL’ consigue por fin una historia auténtica, alejada de clichés y caricaturas. Y eso, palabra de los bruselenses, ¡lo necesitábamos!
⇒ Título del ensayo. Título original: “Una mirada desde Bruselas a la película BXL”