razón y sentimientos
Al igual que el personaje de Agathe, una joven soñadora en busca de inspiración literaria, Laura Piani trabajó en la famosa librería parisina Shakespeare & Co mientras estudiaba guión. Es en este entorno atemporal donde su vendedora ficticia recomienda las novelas de Jane Austen a los clientes, en una oleada de romanticismo que a ella misma le gustaría experimentar.
Después de este acercamiento concreto entre la autora y su heroína, la película depende en gran medida de la identificación inmediata que se teje con la encantadora protagonista. Camille Rutherford (vista especialmente en La noche del 12 y Anatomía de una caída.) encarna perfectamente la dulce torpeza de Agathe, a quien la cámara sigue en sus deambulaciones. Sus ojos tristes y su postura un tanto incómoda nunca parecen cómodas en el espacio que la rodea, y es esta desconexión lo que interesa al cineasta.
Reacio a ceder “sexo uberizado” como ella misma lo describe, no está en sintonía con esta era más inmediata y liberada a nivel sentimental. Hay que decir que a Agathe generalmente le resulta difícil comprometerse con algo, dar el paso, entregarse a una espontaneidad que le inspire. Inicialmente necesita la ayuda de su hermana y su mejor amigo Félix (Pablo Pauly) para atreverse a unirse a la residencia Jane Austen en Inglaterra, y continuar con un manuscrito que le cuesta sacar adelante.
Laura Piani no pretende jugar la carta de la originalidad, y aunque la estructura general de su historia pueda verse afectada por los pasajes obligatorios, está claro que su sencillez hace mucho bien. Porque detrás del forzado cambio de escenario de Agathe, que ya es fuente de desafíos e introspección, el encuentro con Oliver (Charlie Anson), un descendiente de Jane Austen cuya ironía recuerda a Hugh Grant, constituye el otro gran elemento de tensión de la historia.
La era de la razón
Jane Austen arruinó mi vida asume el encanto antiguo de sus inspiraciones, aquellas en las que el personaje principal se acurruca. La oportunidad de revivir el impacto literario de la novelista (especialmente en su humor) en décadas de comedias románticas británicas. pensamos en Bridget Jones o incluso a Cuatro bodas y un funeralpero con esa intelectualización típicamente francesa, donde los personajes se autopsicoanalizan sin saber cómo actuar ante sus problemas.
La puesta en escena podría ser más abiertamente poética y más en sintonía con la tormenta que encabeza su protagonista (sobre todo teniendo en cuenta los escenarios a su disposición), pero Es en este torbellino de dudas y contradicciones donde la película fascina más..

Entre su síndrome de impostora, su romanticismo dichoso y sus preguntas sobre la imagen que debe proyectar como mujer del siglo XXI, Agathe refleja el peso de una carga mental tan contemporánea, de un caos que debe aceptar y abrazar. La escritora en ciernes debe aprender a nutrirse de esta identidad compleja, parecida a un mosaico, para poder poner en la página lo que realmente se le parece.
Este tono, decididamente feminista, comprometido, pero siempre cuestionador, pone de relieve la principal cualidad de Jane Austen arruinó mi vida : el sentimiento muy “acogedor” que emergeplenitud ante una directora que escucha a sus personajes y sus emociones. Nada revolucionario en sí mismo, pero sí un pequeño placer cinematográfico que no se puede rechazar.

