Esta película se proyecta esta semana en Saint-Chély-d’Apcher.
Travesuras, ataques de Jarnac y manipulación en el Vaticano. Adaptando un thriller del siempre eficaz Robert Harris, el kit de Edward Berger con Cónclave un suspense honesto que tiene el mérito de optar por un contexto innovador e intrigante: la elección del Papa y las maniobras de los pretendientes al trono.
Lo primero que recordamos es la descripción precisa y, suponemos, realista de los códigos que gobiernan este entorno secreto. Berger acierta plenamente en la parte documental de la película, que nos deja ver un ambiente encerrado y muy formal, donde la vida y el pensamiento tienen poco lugar frente a reglas muy rígidas.
Tenemos la impresión de un reality show a tamaño real, con estas eliminaciones progresivas, este aburrimiento que inevitablemente afecta a este grupo de hombres aislados, las tensiones que surgen entre ellos. Esta veracidad de la forma se ve socavada por los giros y vueltas del escenario, que son un tanto improbables: Cónclave se basa sobre todo en el suspense y está obligada a construir giros y sorpresas.
Mil golpes bajos
Verlos alineados uno tras otro durante dos horas mata la credibilidad, sobre todo porque los guionistas tuvieron mano dura con algunos. Sin embargo, no nos aburrimos ni un segundo de ver a estos eclesiásticos dar mil golpes bajos mientras sonríen educadamente y luchan a muerte por el poder.
La foto es muy bella, la puesta en escena matemática como debe ser, la interpretación impecable: sería un error rehuir el simple placer de este pequeño Cluedo sin muertes, a pesar de las inverosimilitudes y la facilidad de escritura.