Podemos pensar lo que queramos sobre Michel Hazanavicius, pero tenemos que admitir que al cineasta le gusta correr riesgos incursionando cada vez en un género nuevo. Después el artistaque rindió homenaje al cine mudo de los años 20, El temibleque pintó un retrato mordaz de Jean-Luc Godard, y ¡Cortar!que retomó los códigos de la comedia de terror de zombies, Hazanavicius prueba ahora un cuento infantil a través de una primera película de animación. El más valioso de los bienesactualmente en nuestros cines.
Un elogio de la entrega y del sacrificio
Incluso antes de que se publicara el libro original y homónimo de Jean-Claude Grumberg en 2019, el productor Patrick Sobelman y Studiocanal se acercaron al cineasta para pedirle que llevara a la pantalla esta conmovedora historia de una pareja de leñadores polacos pobres que se llevan a un niño abandonado. a su hogar. Un bebé arrojado del tren que la llevaba a Auschwitz, por un padre judío desesperado, decidido a salvar a su hija de una muerte segura. El niño, que viene a llenar el vacío emocional del leñador, se convertirá muy rápidamente en una fuente de conflictos, primero entre los cónyuges (el marido está lejos de tener a los judíos en su corazón), luego entre la familia y los campesinos locales… Entonces, Muchas vidas darán un vuelco, a veces de forma trágica, para proteger al pequeño.
Historia de un rescate que involucra la vida y la conciencia de quienes se dedican a él, la película exalta la entrega y el sacrificio, por un niño ciertamente, pero también en virtud de un principio moral superior, un deber de la humanidad en un momento. cuando Europa en guerra ve caer a sus hijos por cientos de miles.
El horror detrás de la aparente inocencia
Mientras que en el libro la historia del padre se desarrolla en paralelo a la de los leñadores, la película de Hazanavicius opta por abordar el segundo primero, como para crear inicialmente una falsa inocencia, propia de los cuentos para niños, que las distintas aventuras desarrollarán. posteriormente seguirán socavándose. Así, el bebé se revela no como el regalo de la cigüeña ni como el futuro profeta del Éxodo, sino como un superviviente del holocausto que la historia del padre, en perfecto contrapunto, nos permite evocar de forma críptica. Notamos, de paso, la modestia con la que Hazanavicius elige representar el horror, a través de una serie de planos oscuros con múltiples rostros esqueléticos, distorsionados por el terror y el sufrimiento; obviamente pensamos en el Cri de Edvard Munch.
Un éxito estético
Más bien coincidente en su propósito general y su evolución narrativa, El más valioso de los bienes Destaca sobre todo por su trabajo estético. Artista y diseñador consumado en su tiempo libre, el propio cineasta esbozó las imágenes de su película y, para ello, se inspiró en las estampas del ilustrador Henri Rivière, una de las figuras más famosas del japonismo en Francia. El resultado es una obra visualmente magnífica –que contrasta con la dureza de la historia–, narrada por el fallecido Jean-Louis Trintignant y interpretada por las singulares voces de Dominique Blanc y Grégory Gadebois. ¡Lo recomendamos!
3 estrellas de 5
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