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El comentario/ Ese fino hilo que une seguridad y solidaridad

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Aún resuenan los gritos desesperados en los degradados pasos subterráneos, sin libertad y sin ayuda: Roma no se daba cuenta de que estaban bajando un escalón más. La mujer violada y dejada sola con su voz abrió una herida muy profunda: el alcalde Gualtieri, después de leer la entrevista en este diario, incluso antes de los informes de seguridad pública, comprendió que había que dar una señal contundente.

Llamó a la víctima, habló con ella, probablemente con la vergüenza que cualquiera de nosotros habría tenido: la solidaridad no puede serlo todo. Se necesita acción. Para el Concilio Capitolino, estos días que nos llevan por pasos cada vez más cortos y más frecuentes hacia el Jubileo de la esperanza, son días de construcción. De cubos en acción y adoquines retirados. La más importante, sin embargo, es la construcción de la seguridad individual: hay que inaugurar la decoración de las zonas más riesgosas, como los pasos subterráneos degradados, pero también de las favelas improvisadas y nunca contenidas, abandonadas allí por un malentendido sentimiento de caridad que es –en cambio– abandono. El corte de estas cintas es un elemento decisivo, el detonante para encontrar algo que no debe perderse en Roma.

La solidaridad de la que carece la mujer violada surge de una indiferencia que no es típica: es una carga adquirida, que cargamos sobre nosotras mismas por haberla soltado. Por dejar la ventana rota por mucho tiempo.

El orden y la seguridad no son de derechas ni de izquierdas: el atacante en esos pasos subterráneos no presta atención a las urnas. Desalojar el campamento que se ha convertido en permanente junto a las Murallas Aurelianas de Castro Pretorio o al hotel Cinecittà es, sin embargo, una señal de intervención que debe inspirar un estallido de orgullo entre los ciudadanos de esta ciudad. Esta era una ciudad generosa, acogedora y maternal. El Jubileo, desde 1300, se celebra un rito de generosidad. Y sus ciudadanos, cuando el mundo era blanco y negro en las películas, se mostraban todo menos indiferentes. Ver que los asuntos públicos vuelven a ser atendidos, que las calles que cruzamos están en orden, que la ventana está siendo reparada quita coartadas.

En los años 80, grandes actores como Nino Manfredi y campeones como Falcao y Bruno Conti gritaban “Roma limpia también depende de ti”, por lo que hoy ese eslogan debería ser “Roma segura también depende de nosotros”.

Gualtieri ha asumido el compromiso, lo que le cuesta los dolores de estómago de quienes en su propio partido piensan que siempre hay otra prioridad además de la seguridad. En cambio, la seguridad también es civismo. Y la civilización engendra solidaridad.

El punto del director, todos los lunes a las 17 h.
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