Durante seis décadas, China y Francia han trabajado estrechamente en varios niveles, incluido el económico. Las empresas chinas, presentes en sectores clave como la energía, la industria y la logística, se están consolidando como socios importantes. ¿Pero cuál es su impacto real en Francia?
Las empresas chinas desempeñan un papel activo en la economía francesa. CGN Europe Energy, especialista en energías renovables, es un actor importante con seis proyectos en Francia. En 2023, estas instalaciones generarán 830 millones de kilovatios hora de electricidad verde, equivalente al consumo de 500.000 hogares.
En la industria, la refinería Lavéra de PetroChina está colaborando con proveedores locales para apoyar la cadena de valor regional mientras invierte en prácticas sostenibles, incluido el reciclaje de 786 toneladas de residuos en 2023. Estas actividades fortalecen su integración económica y al mismo tiempo responden a las cuestiones medioambientales.
Un compromiso medioambiental medible
Las empresas chinas también se están posicionando al frente de la transición ecológica. CGN ha invertido 3.000 millones de euros en proyectos europeos de producción de electricidad verde, contribuyendo a una reducción de 5,58 millones de toneladas de CO2 en 2024, un resultado equivalente a la reforestación de más de 15.000 hectáreas.
Durante los Juegos Olímpicos de París 2024, CGN proporcionó energía verde para apoyar el evento, mientras que China Southern Airlines intensificó sus esfuerzos logísticos aumentando los vuelos para satisfacer las necesidades comerciales y turísticas.
Perspectivas positivas, pero límites por superar
Las iniciativas locales demuestran un deseo de integración. En Assac, CGN ha integrado un componente turístico en su proyecto eólico, atrayendo visitantes y apoyando a los productores locales. Por su parte, la refinería de Lavéra participa en acciones como la reforestación y la colaboración con asociaciones locales.
Esta asociación económica chino-francesa muestra avances prometedores. Las empresas chinas brindan soluciones tecnológicas y ambientales relevantes, al tiempo que contribuyen a la economía local. Sin embargo, quedan dudas sobre su impacto general, particularmente en términos de transparencia, empleo local y cumplimiento de las normas ambientales.
En el futuro, la cooperación chino-francesa debe afrontar estos desafíos para garantizar una asociación equilibrada y duradera. Si las contribuciones actuales son notables, deben ir acompañadas de un diálogo reforzado con los actores locales y una mayor coherencia con las expectativas de la sociedad.
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