Desde el cierre de la refinería de La Samir en 2015, Marruecos atraviesa un período de incertidumbre en términos de suministro energético, en particular de gas natural. En este contexto, el gobierno ha propuesto una nueva ley destinada a reestructurar el sector del gas y garantizar un suministro confiable y justo, al tiempo que promueve la transparencia y la sostenibilidad.
La nueva legislación, actualmente en discusión en el Parlamento, aborda varios aspectos cruciales del mercado del gas: almacenamiento, transporte, importación, exportación y distribución. El texto impone obligaciones claras al gestor nacional del gas en términos de fiabilidad y equidad en el suministro. Además, el gestor debe garantizar un acceso transparente y no discriminatorio a las infraestructuras de transporte, al tiempo que proporciona conexiones estratégicas con las redes de los países vecinos.
Uno de los grandes objetivos de esta ley es hacer del gas natural una palanca para la transición energética. Al sustituir el carbón en sectores industriales con una alta huella de carbono, como las fábricas de cemento, Marruecos espera reducir sus emisiones de CO₂ y al mismo tiempo fortalecer su independencia energética.
Para garantizar la aplicación de las nuevas normas, el proyecto de ley prevé sanciones severas. Cualquier actividad gasística realizada sin autorización podrá ser castigada con una multa de hasta 1,5 millones de dírhams. También se reforzarán las inspecciones, con sanciones para quienes obstaculicen su buen funcionamiento.
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Los permisos de funcionamiento se limitarán a una duración de diez años, lo que pretende fomentar la competencia evitando al mismo tiempo una concentración excesiva del mercado. Este enfoque busca promover una gestión saludable y sostenible de los recursos gasíferos.
Preocupante retraso en infraestructuras
A pesar de las intenciones positivas de la nueva ley, varios expertos destacan que la reorganización de las infraestructuras sigue siendo una prioridad. El informe del Tribunal de Cuentas destacó, en particular, importantes retrasos en proyectos estratégicos relacionados con el almacenamiento y el transporte de gas. Estas brechas no sólo limitan la capacidad de Marruecos para satisfacer su propia demanda, sino también su potencial de tránsito hacia otros países africanos y europeos.
La infraestructura existente debe modernizarse para garantizar un almacenamiento seguro y un transporte fiable, cumpliendo así las ambiciones energéticas y económicas del país. Además, el desarrollo de nuevas terminales gasistas y la diversificación de las fuentes de suministro parecen soluciones necesarias para superar la fragilidad actual.
En un contexto global marcado por la crisis climática y las tensiones geopolíticas, Marruecos busca posicionar el gas natural como un elemento clave de su transición energética. Sin embargo, la actual debilidad del marco legislativo y la lentitud en la implementación de infraestructuras están obstaculizando esta ambición.
La ausencia de la refinería de La Samir, que alguna vez fue un pilar del sector energético marroquí, exacerba la vulnerabilidad del país. Este vacío estructural pone de relieve la urgencia de diversificar las fuentes de energía y establecer asociaciones estratégicas con los países productores.
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