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Impulsores de un nuevo orden en Oriente Medio

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Dominado durante mucho tiempo por las potencias occidentales, Oriente Medio está viendo ahora el surgimiento de nuevos actores que están redefiniendo sus equilibrios geopolíticos. Rusia, China y Turquía están emergiendo gradualmente como actores clave, cada uno de los cuales aporta un enfoque único para la gestión de crisis y busca influencia.

Mientras Moscú depende de la fuerza militar y la diplomacia pragmática, Beijing favorece las inversiones económicas como parte de su Nueva Ruta de la Seda, y Ankara busca combinar ambiciones regionales y reposicionamiento estratégico. Estas nuevas dinámicas están haciendo que las relaciones internacionales sean más complejas en una región en constante cambio.

Rusia: de Siria a todo Oriente Medio
La intervención militar rusa en Siria en 2015 marcó un punto de inflexión para la presencia de Moscú en la región. Al apoyar a Bashar al-Assad, Rusia ha demostrado su capacidad para influir directamente en el curso de los conflictos.

  1. Consolidación de la influencia militar : Las bases rusas en Siria, como la de Hmeimim, ofrecen a Moscú un acceso estratégico al Mediterráneo oriental. Esta presencia permanente le permite desempeñar un papel clave en las negociaciones internacionales.
  2. diplomacia regional : Rusia ha sabido aprovechar los desacuerdos entre Estados Unidos y sus aliados regionales para posicionarse como un mediador esencial, particularmente entre Turquía, Irán e Israel.
  3. Asociaciones económicas : Aunque menos pronunciados que los de China, el comercio con países como Irán y Arabia Saudita fortalece la influencia rusa, particularmente en el sector energético.

Según Al Quds (22 de diciembre de 2024), la estrategia de Moscú se basa en un enfoque pragmático que maximiza sus intereses sin compromisos excesivos.

China: un actor económico discreto pero influyente
Beijing está adoptando un enfoque muy diferente, centrado en las oportunidades económicas y la estabilidad regional, en lugar de en la intervención militar.

  1. Inversiones en infraestructura : Con la Nueva Ruta de la Seda, China está financiando grandes proyectos en países como Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Estas inversiones tienen como objetivo asegurar corredores comerciales que conecten Asia, África y Europa.
  2. Neutralidad estratégica : China mantiene relaciones equilibradas con todas las partes, evitando alinearse con un campo específico. Esta postura le permite trabajar tanto con Israel como con los palestinos.
  3. Seguridad energética : Como principal importador de petróleo de la región, Beijing concede gran importancia a la estabilidad del Golfo Pérsico para garantizar su suministro.

Según Al Arabi Al Jadid (22 de diciembre de 2024), esta estrategia cautelosa pero ambiciosa consolida el lugar de China como socio clave, sin provocar conflictos directos con otras potencias.

Turquía: entre las ambiciones regionales y el reposicionamiento estratégico
Turquía, bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdogan, está adoptando un enfoque más asertivo, mezclando intervenciones militares y ambiciones ideológicas.

  1. Presencia militar directa : Ankara interviene activamente en Siria, Libia e Irak para proteger sus intereses estratégicos, en particular contra las milicias kurdas.
  2. Apoyo a los movimientos islamistas : Turquía apoya a grupos afiliados a los Hermanos Musulmanes, lo que le permite influir en la dinámica política en países como Egipto y Túnez.
  3. Pivote energético : Con proyectos como el gasoducto TurkStream, Ankara busca convertirse en un centro energético que conecte Oriente Medio y Europa.

Según Al Sharq Al Awsat (22 de diciembre de 2024), esta estrategia, aunque ambiciosa, expone a Turquía a tensiones con sus vecinos y a críticas de sus aliados tradicionales, particularmente dentro de la OTAN.

Cuando la colaboración y la rivalidad coexisten
Las relaciones entre Rusia, China y Turquía oscilan entre la cooperación y la competencia.

  1. Colaboración multilateral : Los tres países comparten un interés común en un orden mundial multipolar y cooperan dentro de organizaciones como BRICS o la Organización de Cooperación de Shanghai.
  2. Rivalidades económicas y estratégicas : En Siria, Rusia y Turquía apoyan a bandos opuestos, mientras que las ambiciones económicas de China a veces compiten con las de Ankara en regiones como el norte de África.

Según Al Quds (22 de diciembre de 2024), estas interacciones reflejan intereses que a menudo están alineados en ciertos temas, pero divergentes en otros, lo que hace que su cooperación sea compleja y pragmática.

Implicaciones para Medio Oriente
El ascenso de estos actores está transformando profundamente la región:

  1. Un relativo debilitamiento de Occidente : Estados Unidos y Europa están perdiendo parte de su influencia tradicional en beneficio de estas nuevas potencias.
  2. Oportunidades económicas : Los proyectos de infraestructura chinos y las asociaciones energéticas con Rusia y Turquía ofrecen perspectivas de desarrollo para los países de la región.
  3. Complejidad de los conflictos : La llegada de nuevos actores dificulta la resolución de las crisis, ya que cada potencia busca proteger sus propios intereses.

Un nuevo capítulo estratégico
Rusia, China y Turquía están rediseñando los contornos geopolíticos de Oriente Medio. Estas potencias emergentes, aunque divergentes en sus enfoques, están ayudando a crear un orden regional más complejo y multipolar. Para los estados de la región, esto abre oportunidades y desafíos, lo que les obliga a navegar por estas influencias en constante cambio.

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