Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el lunes 20 de enero, este es el segundo gran tema de preocupación para la diplomacia ucraniana. En toda Europa central y oriental, la progresión de fuerzas políticas que se oponen a seguir apoyando a Kiev plantea un problema creciente para el esfuerzo bélico de Ucrania, que depende totalmente de sus vecinos, principalmente polacos y Rumania, para impulsar sus suministros y logística militares.
La posible llegada de la extrema derecha prorrusa al poder en Austria tras el inicio de las negociaciones de coalición con los conservadores el jueves 9 de enero en Viena es la última señal hasta la fecha. Si Austria nunca ha entregado armas a Kiev en virtud de su neutralidad, el Partido Austriaco de la Libertad (FPÖ) se opone al simple paso de armas de la OTAN a través de su territorio, lo que podría prolongar los plazos de entrega procedentes de Italia, por ejemplo.
Pero la alerta más grave para Kiev fueron las elecciones presidenciales rumanas, canceladas en el último minuto a principios de diciembre tras sospechas de injerencia rusa. Al liderar la primera vuelta, para sorpresa de todos, el candidato prorruso, Calin Georgescu, había prometido, en caso de victoria, detener todos los envíos de armas. Sin embargo, este país de 20 millones de habitantes que comparte más de 600 kilómetros de frontera con Ucrania tiene un papel « más discreto que Polonia, pero no menos importante para el suministro de armas »recuerda Mircea Geoana, ex ministro rumano de Asuntos Exteriores y secretario general adjunto de la OTAN hasta septiembre de 2024.
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