La Organización Democrática del Trabajo (ODT) criticó duramente la gestión del sistema sanitario en Marruecos, que califica de “sistema de dos niveles”. Deplora el grave deterioro del sector público, en contraste con el creciente dominio del sector privado. Según la organización, esta disparidad se refleja en el deterioro de la clasificación de Marruecos hasta el puesto 91 en el mundo en el índice de atención sanitaria, revelando así una profunda desigualdad en el acceso de los ciudadanos a los servicios sanitarios.
En su informe sobre los resultados de la acción gubernamental para el año 2024, la ODT advierte también del preocupante aumento del desempleo, que ha alcanzado el 21%, afectando especialmente a los jóvenes y a los titulados de educación superior. Ella cree que los programas gubernamentales no han logrado reducir estas tasas. Por el contrario, estos planes sociales, según el informe, han acentuado la exclusión social debido a una gestión ineficiente y una distribución inequitativa de los recursos.
El informe también destaca la persistente debilidad del crecimiento económico, limitado al 3%, una cifra por debajo de las ambiciones nacionales. Aunque las inversiones extranjeras directas registraron un aumento del 182,9% y las transferencias de la diáspora marroquí alcanzaron los 108,67 mil millones de dírhams, la economía marroquí sigue dependiendo en gran medida de las importaciones, en particular del trigo. Esta situación contribuyó a agravar el déficit comercial, que aumentó un 6,5%, hasta alcanzar los 275,74 mil millones de dírhams.
Por otra parte, la ODT saluda los éxitos diplomáticos registrados por Marruecos, en particular en la cuestión del Sáhara. Las iniciativas reales han fortalecido el apoyo internacional a la propuesta de autonomía, ahora vista como una solución duradera al conflicto. La organización también elogia el papel activo de Marruecos dentro de la Unión Africana y sus esfuerzos en favor de la paz y el desarrollo en el continente.
Sin embargo, el informe alerta del agravamiento de la pobreza extrema y la caída del poder adquisitivo debido a la inflación y el aumento de los precios de los alimentos y la energía. A pesar de los modestos aumentos salariales, siguen siendo insuficientes para compensar los crecientes costos de vida, que pesan mucho sobre las clases media y trabajadora y exacerban las tensiones sociales.
Ante estos desafíos, la ODT llama al gobierno a adoptar una estrategia global. Destaca la urgencia de mejorar la gobernanza financiera, ampliar la cobertura de los programas de asistencia social y estimular la inversión en los sectores productivos. La organización también aboga por una revisión en profundidad de los programas sociales para garantizar su eficacia y equidad. Por último, insta al Tribunal de Cuentas a investigar la gestión de los presupuestos destinados al empleo temporal, denunciando posibles irregularidades.
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