A los pies del ayuntamiento, se encontraban numerosos representantes de la comunidad mahorese de Brest, unidos en el dolor y, sobre todo, en la solidaridad para acudir en ayuda de sus familias que aún viven en la isla. “No tuve noticias durante cinco días después del ciclón. Siete días de angustia”, dice esta mahoraise de unos cincuenta años, afincada en Bellevue. “Hoy tengo dificultades para comer a pesar de que mi familia me dice que allí no tienen nada que llevarse a la boca”.
Solidaridad en movimiento
Desde hace una semana, se organiza solidaridad en Brest para recoger donaciones para el archipiélago asolado. “Nos dicen que tenemos que enviar dinero. Pero la gente no tiene dinero y quiere ayudar, aunque sólo sea con un paquete de pasta”, respira Nourou, también residente en Bellevue.
Si en la ciudad se han improvisado muchos puntos de recogida, como por ejemplo en la iglesia de Bouguen en Bellevue, ahora la cuestión del suministro de ayuda suscita dudas. También está organizada para este lunes por la tarde en Brest una reunión con asociaciones humanitarias, entre ellas la Cruz Roja, para tratar de encontrar soluciones.
“Más allá de esta solidaridad, ahora debemos trabajar para reconstruir mejor y resolver finalmente esta cuestión del acceso al agua en Mayotte”, señaló el diputado de Brest Pierre-Yves Cadalen, presente en el homenaje pronunciado este lunes por la mañana. “Y también organizar el regreso de las familias que han ido allí de vacaciones, especialmente de los niños que deben regresar para el inicio del curso escolar”.
“La ciudad se está organizando para apoyar a los niños y a las familias de los mahoranos de Brest, es un tema que no puede dejar de tocarnos. El alcalde también se reunió el viernes pasado con las asociaciones mahoreses”, explica Émilie Kuchel, teniente de alcalde encargada de la política educativa.
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