Tras ser atacado con gases lacrimógenos por un okupa el miércoles, decidió hacer públicos los problemas que vive para buscar una solución.
Ya es suficiente. El miércoles por la mañana, el gerente de una lavandería dijo que fue atacado por un okupa. Después de identificarlo mediante un vídeo a distancia, en uno de sus establecimientos en Nantes, y mientras esperaba a los agentes de la policía municipal que estaban ocupados en otros lugares, decidió ir a sacarlo él mismo. “A las 9:30 voy allí, porque nadie se atreve a entrar a una lavandería donde hay alguien acostado”explica Nicolas Darguesse, mientras que la lavandería estaba abierta desde las 7 de la mañana. “Estoy en casa, sal tú de aquí”habría respondido entonces el malhechor, antes de sacar un bote de gas lacrimógeno de su bolso para gasear al responsable. Este inadaptado ya había sido noticia tres días antes, al defecar en una de las lavadoras.
Este ataque es la gota que colmó el vaso. El operador cuenta con unas cuarenta lavanderías en Loira Atlántico, tanto en ciudades pequeñas donde todo va bien como en las más grandes, donde a veces se refleja lo peor de la sociedad. Ante la acumulación de estos incidentes decidió dar la voz de alerta. Después de haberlo hecho en las columnas de Oeste de Francia le confió Fígaro. Cuando no se trata de un local ocupado por traficantes de drogas, como en Saint-Nazaire, los daños pueden producirse en el centro de Nantes, donde tres puntos son vigilados de cerca. En uno de ellos, un habitual viene a inyectarse y deja sus jeringuillas en el suelo. “Como comerciante, ¿qué puedo hacer? No puedo tocarlos porque son gente violenta. Estoy esperando a la policía, que los echará. Y diez minutos después, están de vuelta”suspira. Como resultado, las autoridades, incluida la Casa de la Tranquilidad Pública con la que está en contacto, ya no acuden sistemáticamente.
“Estamos al final”
Actualmente, el director presenta entre seis y siete denuncias al mes. Si bien pueden ser marginados, también sucede que los jóvenes atacan las ventanas. “Estamos acostumbrados a tratar con personas sin hogar, en la calle, que llegan en épocas de frío”subraya el empresario. “Pero ahora los albergamos durante todo el año. Se acostumbraron”. Sin embargo, es preocupante el estado psicológico de un buen número de ellos.
Ante esta situación, escribió al fiscal de Nantes, como ya había tenido la oportunidad de hacerlo, sin devolución, hace un año, cuando una serie de 14 robos y daños en dos semanas afectaron a las lavanderías del sur del Loira. “En nuestra profesión no se nos considera suficientes. Seríamos joyerías, tendríamos un impacto diferente”piensa Nicolas Darguesse. La época del Covid, cuando su sector era considerado un negocio esencial, ha cambiado mucho.
El director comercial también envió una carta a la alcaldesa de Nantes, Johanna Rolland, para informarle de sus preocupaciones y de la caída del volumen de ventas. “Estamos agotados física y psicológicamente, si no se toman medidas lo antes posible, no seremos responsables de las consecuencias que se deriven…”escribió, solicitando una reunión de emergencia. “La ciudad está en contacto con un cierto número de propietarios y la policía municipal ha intervenido en numerosas ocasiones para apoyar, en particular para permitir la orientación de personas en circunstancias muy precarias hacia los lugares de acogida y alojamiento”responde el municipio, solicitado por El Fígaroanunciando que se les ofrecerá una cita “para considerar las condiciones para asegurar el acceso a sus negocios y así proporcionar una solución a largo plazo”.
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