El comisario general, Jean-François Illy, ex jefe del DDSP -director departamental de seguridad pública- de los Alpes Marítimos, es también el ex jefe de la policía del Bajo Rin. Estuvo allí durante el ataque al mercado navideño de 2018.
Un atentado islamista perpetrado el 11 de diciembre por Chérif Chekatt. El delincuente radicalizado abrió fuego y dejó 5 muertos y 11 heridos. Al final de una persecución orquestada por Jean-François Illy, el terrorista fue asesinado a tiros, 48 horas después de la tragedia.
Usted estuvo a cargo de asegurar el mercado navideño de 2012 a 2018, ¿qué novedades ha observado?
Del 2012 al 2015 fue un mercado amigable, con seguridad organizada por las comunidades. Y luego llegó el punto de inflexión en 2015 con los atentados. Y se ha incrementado la seguridad de los mercadillos navideños con la implantación de enormes sistemas: varias unidades, filtrado, entregas controladas, verificación en puntos de control, etc. Pero, obviamente, esto no puede ser completamente impermeable. Por otro lado, tranquiliza a la gente y obliga a todos los servicios de seguridad a extremar la vigilancia. A esto había que sumar el intenso trabajo, también upstream, de los servicios de inteligencia. Todo se pasó por un colador.
¿Qué pasó el 11 de diciembre de 2018?
La dificultad es el volumen de fuerza concedido. Y saber si al mismo tiempo es necesario realizar misiones de aplicación de la ley como manifestaciones, o elecciones, visitas oficiales, etc. En 2018, después del atentado, Christophe Castaner, ministro del Interior, nos preguntó cómo pudo regresar Chérif Chekatt. Le dije la verdad sobre las 3 o 4 unidades que debían estar presentes para asegurar el mercado navideño, solo quedaba una, las demás se habían ido a misiones policiales. No nos culpó de nada, así que. El defecto de la seguridad nacional es que asignamos demasiadas misiones a las fuerzas de seguridad.
Ha estado destinado en Niza y conoce el sistema del mercado navideño, ¿es suficiente?
Creo que sí, aunque obviamente subrayo el hecho de que siempre hay un vacío en un servicio de seguridad. Pero luego está la capacidad de actuar con rapidez. En Niza, con las puertas, la policía nacional y municipal, las demás fuerzas de seguridad, las terminales antiintrusión, todo está cerrado. Y luego hay muchas cámaras. Creo que deberían ser herramientas para la toma de decisiones, no sólo herramientas de control. De esta forma, por ejemplo, el reconocimiento facial es una herramienta de la que no deberíamos prescindir.
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