El cielo es azul celeste. El sol de la mañana acaricia la casa que luego brilla intensamente. Los ladrillos rojos se vuelven escarlatas. Las cerámicas arquitectónicas que adornan la fachada dan la impresión de iluminarse. Azules, son mediterráneos. De color amarillo, brillan aún más porque destacan sobre un fondo de color cielo. De color verde, tiñen el conjunto de color esmeralda. Más abajo, a la altura de la ventana, unos diamantes –así se llama su forma– terminan de iluminar esta casa a orillas del canal, en Villefranche-sur-Cher, en Loir-et-Cher.
En medio de este caleidoscopio de azulejos de colores vivos, destaca más que nunca el antiguo cartel, como debe ser íntegramente de cerámica: “Entrepôt des grands tuileries mechanics Perrusson fils & Desfontaines”.
Esta casa es el legado flamante de una actividad en la que confluyen la industria y la artesanía, que se estableció a orillas del canal de Berry, en la época en que las barcazas navegaban por allí y le daban vida. Allí, en Villefranche, a la vuelta del día 19mi siglo y 20mi siglo, depositaron cerámicas arquitectónicas producidas por la empresa Perrusson con sede en Saona y Loira. Estos se unían a los almacenes (1) de los que todavía podemos ver vestigios un poco más abajo en la calle. En cuanto a la residencia, hábilmente decorada con todo el saber hacer de Perrusson, sirvió como “casa de catálogo” para esta empresa. En cierto modo, el showroom (brillante) de la época. Hasta el aseo, en el jardín, magníficamente revestido con azulejos. Sin duda los baños más bellos en kilómetros a la redonda…
“Favorito”
Hoy la casa es privada. “Mi pareja y yo lo compramos en marzo de 2020 por amor”comenta su propietario, Stéphane Baldeck. Pero se puede pasar por delante de la casa pasando por la calle Marcel-Géré: vale la pena pasear por el barrio, ya que, a lo largo de la calle, se pueden encontrar restos de cerámica Perrusson en muchos de los edificios. Luego, para ver la reluciente fachada, simplemente únase al canal Berry y sígalo, por el lado de la ciudad.
Sabemos (2) que la última barcaza circuló por el canal en 1947 y que transportó 43 toneladas de productos Perrusson. Desde el final de la Primera Guerra Mundial ya había pasado la época dorada de la cerámica arquitectónica. En Saona y Loira, la sede de la empresa Perrusson cerró sus puertas en 1960, al igual que el centro de Sancoins, en Cher, del que dependía el almacén de Villefranche-sur-Cher. Lo que queda son los mil colores de un saber hacer único.
(1) Al mismo tiempo se abrió otro depósito vinculado a esta empresa cerca de la estación de Romorantin, a pocos kilómetros de distancia.
(2) Gracias al trabajo del Pays de la Vallée du Cher y de Romorantinais.
Una historia para reconstruir
Stéphane Baldeck examina las postales que muestran las orillas del canal Berry en Villefranche-sur-Cher en varias fechas de principios de siglo. Lo más frecuente es ver la “casa del catálogo” de Perrusson, dedicada a la cerámica arquitectónica.
Intenta reconstruir su historia. En este terreno, el catastro indica que se trataba de una casa del año 1825. “La cuestión es si los muros [actuels] Se construyeron antes de que la casa fuera catalogada y decorada su fachada”se pregunta.
En los pocos papeles notariados que encontró aparece la compra de la casa por parte de un ejecutivo de la empresa Perrusson, Pierre Jacquemard.– que se convertiría en alcalde de Villefranche – en 1919. Esto, aunque la empresa sin duda se había instalado allí, más de veinte años antes. El propio Jacquemard habría comprado la casa a un viticultor. ¿Cómo explicar entonces que en las postales de principios del siglo XX mi
siglo, ya aparece la oficina de la empresa, todavía hoy bellamente decorada, en el jardín de la casa? Uno de los enigmas de la casa caleidoscopio es que el NR
no pudo arrojar luz a pesar de los esfuerzos por contactar con el museo Perrusson existente en Borgoña.
(1) Stéphane Baldeck y su socio compraron la casa, en 2020, a un descendiente de Pierre Jacquemard.
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