El 16 de noviembre de 2016, una pareja, gafas de sol y pantalones de cuero para ella, traje negro entallado y corbata fina a juego para él, se deslizó de incógnito bajo el portal central y los arcos de la basílica de Saint-Denis (Sena-Saint-Denis). Justo después de declararse candidato a las elecciones presidenciales, en Bobigny, Emmanuel Macron y su esposa, Brigitte, se alejaron a pocos kilómetros, sin avisar a nadie, para saludar las tumbas de los 43 reyes de Francia. Bajo la luz invernal filtrada por el rosetón del brazo sur, el futuro presidente acaricia el mármol blanco de las figuras yacentes.
Cada adquisición tiene su escenario original. Saint-Denis es el crisol del pasado real del país, el lugar por excelencia de la historia nacional. Otros candidatos presidenciales, amantes de una larga historia, también han precedido a Emmanuel Macron para sacar un trozo de legitimidad de este polo magnético de ambiciones monárquicas: François Mitterrand con la madre de Mazarine, Anne Pingeot, en el otoño de 1980; Jean-Luc Mélenchon, en silencio, en 2012… Este día de noviembre de 2016, los periodistas y el escritor incorporado Philippe Besson, entonces trabajando en la escritura de su libro. Un personaje de novela (Julliard, 2017), se perdió la escapada de Emmanuel Macron. Pero, a la vuelta, el candidato confió a su primer admirador, el periodista y blogger Bruno Roger-Petit, el significado de esta visita a Saint-Denis: en pleno “piedras parlantes »encuéntrate a ti mismo “solo en su destino”.
Una parte de mística debe envolver los grandes viajes, siempre ha pensado Emmanuel Macron. “Desde que entré al campo político he vivido [mon aventure] como una misión. Hay (…) algo que va más allá de ti, que te precedió y que permanecerá. » Sobre las imágenes grabadas en 2016 en Le Touquet (Pas-de-Calais) por el director Pierre Hurel para su documental Así sea Macron (2017), es un joven de mirada conmovedora quien habla. Ese mismo año, 2016, también se desvivió para ayudar al senador ambientalista de Altos del Sena André Gattolin a reunirse con el Dalai Lama. en París, y esperó durante dos horas en el vestíbulo del hotel Intercontinental, donde se alojaba el líder espiritual de los budistas tibetanos. “El encuentro más importante de mi vida después de Brigitte”le escuchó decir el senador.
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